Blogia

Pediátrica

SAP - Consenso de Obesidad

Arch.argent.pediatr 2005; 103(3) / 262

Consenso sobre factores de riesgo de

enfermedad cardiovascular en pediatría.

Obesidad

Consenso

En Argentina, como en la mayoría de

los países del mundo occidental, padecemos

una grave epidemia de enfermedades

crónicas no transmisibles (ECNT),

particularmente enfermedades cardiovasculares

(ECV), que ha llevado a que encabecen

las causas de muerte desde comienzos

de la década del 70. Ciertos patrones

de comportamiento y hábitos contribuyen

en una medida importante al desarrollo

de este grupo de enfermedades.

En los últimos 20 años ha surgido evidencia

convincente que vincula factores

de riesgo definidos en los adultos obesidad,

sedentarismo, tabaquismo, hipertensión

e hipercolesterolemia con procesos

ateroescleróticos. En su patogenia se identifican

factores hemodinámicos, trombóticos

y asociados al metabolismo de lípidos

e hidratos de carbono y a las características

propias de la pared arterial, así como

otros vinculados con el estilo de vida.

La progresión de la ECV y la gravedad

que alcanza se relacionan con la presencia

de estos factores de riesgo y con su persistencia

a lo largo del tiempo. Sobre la base

de datos de anatomía patológica se conoce

que el proceso ateroesclerótico se inicia

en la infancia y el grado de extensión de

las lesiones en niños y adultos jóvenes se

correlaciona con la presencia de los mismos

factores de riesgo identificados en

adultos.

A partir de estudios epidemiológicos

se ha establecido que el riesgo de eventos

cardiovasculares se incrementa cuando

confluyen varios factores, ya que se potencian

en sus efectos. Si bien la presencia

de un solo factor específico determina

riesgo, habitualmente se presentan varios

asociados.

Ciertas preferencias o características

personales influyen en la valoración subjetiva

de los riesgos. La modificación de

hábitos y patrones de comportamiento es,

en general, difícil. Con frecuencia, en relación

con los riesgos para la salud, los

individuos y las sociedades prefieren disfrutar

los beneficios de la actividad presente

sin tener en cuenta posibles daños

alejados. Un ejemplo de esto es el consumo

elevado de ciertos tipos de alimentos

ricos en grasas y calorías que dan un placer

transitorio a pesar de los efectos adversos

sobre la salud, que no se tienen en

cuenta en el momento y que ocurrirán en

el futuro. La disponibilidad de información,

junto con estrategias activas de promoción

y protección de la salud constituyen

las herramientas más importantes para

la reducción de estos riesgos. La implementación

de estas acciones involucran

diferentes actores y estrategias, como el

empoderamiento de la población a partir

de la educación; la acción gubernamental,

mediante legislación específica, es necesaria

para mejorar la salud poblacional a

través de la reducción del consumo de

alcohol y tabaco; las redes sociales de contención

y apoyo son también determinan-

tes y particularmente, el trabajo del equipo

de salud trabajando en los diferentes

niveles de prevención y promoción.

Diferentes combinaciones de intervenciones

pueden utilizarse para lograr los

mismos propósitos. Las intervenciones

para reducir la presión sanguínea, el tabaquismo

y la hipercolesterolemia reducen

el riesgo de ECV y pueden emplearse

juntas o separadas. Debido a las interacciones

de los factores, las estrategias para

reducir el riesgo se basan generalmente

en combinaciones de intervenciones más

que en intervenciones aisladas.

Como se mencionó, gran parte de las

estrategias para reducir el riesgo incluyen

un componente de cambio de comportamiento,

cuando estos hábitos ya están instalados.

Sin embargo, debido a la precocidad

con que se presentan las lesiones, así

como por el hecho que muchos de los

hábitos se establecen en la infancia y primeros

años de vida, las acciones tendientes

a evitar el establecimiento de los riesgos

en la infancia y adolescencia son fundamentales

en la reducción de este grupo

de enfermedades. Parece entonces razonable

iniciar estilos de vida saludables en

la infancia con el fin de mejorar el estado

de salud en la vida adulta.

El propósito de este Consenso es brindar

estrategias para promover la salud

desde la mirada del cuidado integral del

niño, que favorezcan la reducción de riesgos

para ECNT y que redundarán tanto

en beneficios a corto plazo como en la

edad adulta. A partir del análisis de factores

de riesgo como obesidad, hipertensión

arterial, sedentarismo, hipercolesterolemia

y tabaquismo se buscó actualizar

información sobre prevalencia, evaluación

y medidas de intervención que, sobre bases

de evidencia científica, puedan incluirse

dentro del marco de la atención

integral del niño y del adolescente.

La promoción de hábitos saludables y

la reducción de los riesgos que se desarrollan

en el Consenso, constituyen en primer

lugar, tarea del pediatra clínico. Es en ese

sentido como fue elaborado este consenso.

La infancia y la adolescencia proveen

una oportunidad única para promover la

salud. Las intervenciones en estas etapas

permiten educar y estimular a los padres

para que adopten un estilo de vida sano,

transmitan a los niños un modelo positivo

y mejoren al mismo tiempo su estado de

salud y así como los riesgo que podrán

afectarla en un futuro. Pensar en el futuro

y actuar en consecuencia…

Este consenso sobre factores de riesgo

incluye las siguientes secciones: obesidad,

sedentarismo, síndrome metabólico, tabaquismo,

hipercolesterolemia e hipertensión.

En este número, se publica el

Consenso sobre Obesidad.

ÍNDICE

I. Objetivos

II. Definición y diagnóstico

III. Prevalencia

IV. Síndrome metabólico

V. Tratamiento

VI. Prevención

VII. Anexo I: Tablas y Figuras

VIII. Bibliografía

I. OBJETIVOS

Para la elaboración del presente Consenso

se han considerado los siguientes

objetivos:

1. Definir el concepto de obesidad.

2. Definir los criterios para el diagnóstico

clínico y poblacional.

3. Caracterizar la situación actual a nivel

internacional y nacional.

4. Caracterizar el síndrome metabólico y

su relación con diferentes factores de

riesgo.

5. Definir las indicaciones y características

del tratamiento a implementar.

6. Definir las acciones preventivas en este

grupo etario.

264 / Arch.argent.pediatr 2005; 103(3) / Consenso

II. DEFINICIÓN Y DIAGNÓSTICO

DE LA OBESIDAD

Definición

La obesidad es una enfermedad caracterizada

por el aumento de la grasa corporal,

definida como tal en 1997 por la OMS. En la

mayoría de los casos se acompaña de aumento

de peso, cuya magnitud y distribución

condicionan la salud del individuo.

Si bien alguien suficientemente entrenado

podría diagnosticarla y hasta clasificarla a través

de la simple observación con un error del

5%, evaluar el exceso de peso de un individuo

presupone al menos dos aspectos: la posibilidad

de medirlo en forma precisa y la necesidad

de contar con valores normales segun edad y

sexo, ante los cuales comparar la medición.

En el adulto, a través de la evaluación del

riesgo de morbilidad y mortalidad asociado

al exceso de peso, se clasificó como obeso al

individuo cuyo índice de masa corporal

(IMC) fuera superior a 30 y como sobrepeso

al valor comprendido entre 25 y 30. El sobrepeso

se definió como el exceso de peso con

riesgo de obesidad.

Evaluación de la obesidad

La grasa corporal no puede medirse en

forma directa en los seres humanos, por ello

hay varias medidas indirectas para usar en

los niños y adolescentes. Las podemos dividir

en aquellas utilizadas en la práctica clínica

y las utilizadas en la investigación.

Práctica clínica:

• Antropometría con indicadores del IMC.

• Peso relativo del P/T.

• Pliegues cutáneos.

• Circunferencia de la cintura para valorar

la distribución grasa.

Investigación:

• Bioimpedancia eléctrica.

• Absorciometría dual de rayos X (DEXA).

Estudios de imágenes

Hasta la década de 1980, en la mayoría de

los países se definía sobrepeso como aquella

adecuación entre 110 y 120% y mayor de

120% para el caso de la obesidad. Si bien

actualmente el aumento del porcentaje de

adecuación P/T no se emplea en todas las

edades como criterio para definir la obesidad,

estudios actuales han evaluado que el

porcentaje del P/T (peso relativo o PR) se

correlaciona con el porcentaje de la grasa

corporal y es de utilidad para estudios epidemiológicos

en niños menores.

Otra definición (OMS, Informe 845) considera

que más de dos desviaciones estándares

del puntaje Z del peso para la talla se

define como obesidad infantil.

El índice más aceptado actualmente para

evaluar la obesidad infantil y del adolescentes

es el IMC (evidencias 1, 2, 3).

El IMC o índice de Quetelet es una expresión

del peso referido a la talla y se calcula

dividiendo el peso corporal expresado en

kilogramos por la talla elevada al cuadrado

expresada en metros.

(IMC = P/T2 o P/T/T)

Diferentes razones hacen útil este indicador:

su ya extendido uso para la valoración

en población adulta y su facilidad para el

cálculo, el menor efecto que la talla implica

en la estimación al elevarla al cuadrado o su

relación con la mortalidad o morbilidad cardiovascular

en la población adulta.

En niños y adolescentes, el IMC guarda

muy buena relación con la grasa corporal medida

por pliegues cutáneos (r: 0,90). También

se asocia a los marcadores de complicaciones

secundarias de obesidad, incluidos la hipertensión

arterial, lípidos en sangre, niveles de

insulina sérica y mortalidad a largo plazo.

El indicador IMC aumenta por la tarde

al disminuir la medición de la talla (evidencia

2). Es adecuado para la práctica clínica

y epidemiológica (evidencia 2).

Tablas de referencia y

puntos de corte para el IMC

Se cuenta con diferentes tablas de referencia

de IMC.

La OMS recomienda las tablas de referencia

internacionales (1995) del National Center

for Health Statistics (NCHS).

En el año 2000 se publicó la revisión de las

tablas del NCHS, considerándose como puntos

de corte los percentilos 85 para sobrepeso

y 95 para obesidad.

Para el diagnóstico en un niño se recomienda

la tabla NCHS, CDC.

Los puntos de corte se establecieron de

manera convencional en niños con relación a

la morbimortalidad en adultos demostrada

por estudios epidemiológicos.

La International Obesity Task Force

(IOTF) propuso el criterio de un punto de

Consenso sobre diagnóstico y tratamiento de la obesidad en pediatría / 265

corte proyectado del IMC del adulto de 25

para el sobrepeso e igual o superior a 30 para

definir obesidad. La referencia utilizada se

basó en seis bases de datos de diferentes

países. Este criterio identificaría un menor

número de niños con exceso de peso.

La tabla de la IOTF se recomienda para

estudios epidemiológicos.

En el seguimiento longitudinal de los niños,

un cambio de 2 puntos en el IMC en un

año, podría reflejar el aumento rápido del

porcentaje de la grasa corporal.

Valoración de la distribución grasa

Junto con la valoración del peso corporal,

es fundamental contar con medidas de

la distribución grasa.

La circunferencia de la cintura es buen

predictor de la distribución central de la

grasa. Se asocia, igual que en el adulto, a

mayor riesgo de padecer el síndrome metabólico.

Se recomienda utilizar la medición

de la OMS que se presenta en el Anexo.

Por último, desde el punto de vista clínico,

es importante hacer la distinción entre

obesidad primaria y secundaria (síndromes

de Alstrom-Hallgren, de Carpenter, de

Cohen, de Cushing, deficiencia de la hormona

de crecimiento, hiperinsulinemia, disfunción

hipotalámica, hipotiroidismo, síndromes

de Laurence Moon Bield, de Stein

Leventhal, de Prader Willi, de Turner, seudohipoparatiroidismo

tipo I) con el interrogatorio

y el examen físico completo.

En resumen, los criterios diagnósticos según

edad son:

• Se recomienda el uso de las tablas de peso

y talla para los lactantes.

• Para los estudios de poblaciones se recomienda

el uso de las unidades en puntaje

Z, con los puntos de corte según la OMS:

entre +1 y 2 sobrepeso, mayor de 2 obesidad

del P/T para menores de 6 años.

• Detectada la obesidad se debe medir la

circunferencia de la cintura, para evaluar

el riesgo de padecer el síndrome

metabólico.

• Es conveniente realizar las determinaciones

antropométricas en horarios semejantes.

En niños con estado nutricional normal,

un cambio de 2 puntos en el IMC en un año

podría reflejar el aumento rápido del porcentaje

de la grasa corporal.

III. PREVALENCIA

La prevalencia de obesidad se ha incrementado

en las últimas décadas, considerándose

una epidemia global y es la enfermedad

crónica no transmisible más prevalente en el

mundo. Nunca como hasta ahora se ha tenido

la oportunidad de presenciar el desarrollo

tan rápido y generalizado de una epidemia

de enfermedad no infecciosa. Los niños

y adolescentes no escapan a esta tendencia.

Este incremento en la prevalencia está asociado

a profundos cambios socioeconómicos,

tecnológicos, biotecnológicos, poblacionales

y familiares que han ocurrido en el

mundo en las últimas dos o tres décadas y

que afectan tanto a países desarrollados como

a aquellos en vías de desarrollo, llevando a

un balance energético positivo en una gran

parte de la población. La rapidez del cambio

de la prevalencia de obesidad excluye una

base genética como principal causa, ya que el

“pool” genético no puede variar en períodos

de tiempo tan cortos, por lo que los factores

ambientales enumerados previamente tendrían

un papel preponderante.

Cambios en la

prevalencia a nivel mundial

Las definiciones de sobrepeso y obesi-

TABLA 1.

Edad Nivel Nivel clínico

epidemiológico

Menores P/T PR

de 6 años

Sobrepeso: entre Sobrepeso: entre 1 y 2

1 y 2. DE puntaje Z DE puntaje Z

Obesidad:>2 DE Obesidad:>2 DE

Mayores Tabla de Tabla de

de 6 años referencia: IOTF referencia: CDC

IMC > 25 IMC Pc 85 a 95:

sobrepeso sobrepeso

> 30 obesidad >Pc 95 obesidad

Se debe calcular el porcentaje de la mediana

del peso para la talla en todo niño menor de 6 años.

Se considera con sobrepeso entre el 110 y el 120%,

obeso mayor de 120%, leve hasta 130, entre 130 y

150% moderado, grave entre 150 y 170% y mórbido

mayor de 170%.

Se debe calcular el IMC corporal entodo niño mayor

de 6 años en el control pediátrico.

266 / Arch.argent.pediatr 2005; 103(3) / Consenso

dad en niños difieren entre los distintos

estudios epidemiológicos, lo que dificulta

la comparación de datos.

Mas allá de esto, varios autores han demostrado

cambios en la prevalencia de obesidad

a través del tiempo en distintas poblaciones.

Ebbeling y col. realizaron una recopilación

de trabajos que demuestran esta

tendencia.

En la Figura 1 (Anexo. Tablas y Figuras)

pueden observarse datos de 13 poblaciones,

con sus correspondientes puntos de corte

para definir sobrepeso y obesidad y el incremento

de prevalencia registrado.

Prevalencia de

obesidad en Latinoamérica

Las condiciones de vida de la población

en las distintas regiones son claramente diferentes,

así como las características del proceso

de transición nutricional. América Latina

en particular tiene en relación al resto de las

regiones condiciones más ventajosas. Sin

embargo, al encontrarse en un punto intermedio

en el proceso de transición, presenta

características más heterogéneas. Las condiciones

del cuidado infantil, los patrones alimentarios,

la lactancia materna, la alimentación

complementaria, la creciente inseguri-

TABLA 2. Resumen de las características y resultados de estudios sobre prevalencia de sobrepeso y obesidad en

niños y adolescentes Argentinos

Año Población N Represen- Resultados Criterio Diseño

tatividad Diagnóstico

1 1993 Varones de 18 76.098 Nacional Sobrepeso 19,5% IMC >25 Muestra aleatoria y

años evaluados para Obesidad 4,1% IMC >30 representativa del

Servicio Militar grupo etario de 18 años

Obligatorio de sexo masculino,

de todo el país

2 1995 Lactantes y niños 900 Tierra del Obesidad: P/T >2DE Estudio poblacional a

9 meses a 12 años Fuego 9-23 meses: (NCHS) partir de una muestra

6%/ 24 m-5 a: aleatoria, representativa

8%/ 6-11 a: 14% para cada grupo etario

3 1995- Menores de 6 años 102.806 Nacional Obesidad 8,7% P/T > 2 DE Muestra aleatoria por

1996 bajo Programa (NCHS) selección al azar de días

Materno-Infantil de registro de datos

Atendidos en el

sector público

4 1999 Muestra 1.388 Gran Obesidad 7,6% P/T > 2 DE Diseño multietápico

representativa de Buenos (NCHS) estratificado y por

menores de 6 años Aires conglomerados en

de hogares del unidades primarias y

conurbano secundarias

bonaerense

5 2000 Niños 6-24 meses 1.362 Córdoba 6-24; meses: P/T 1-2 DE Muestreo por

5 y 8 años Gran Sobrep: 6,4% P/T > 2 DE conglomerados en tres

Córdoba Obes. 5,3% etapas, con selección de

5 a: obes. 12% radios censales,

8 a: obes. 11% unidades secundarias y

primarias

6 1998- Niños y 1.289 Nacional Sobrepeso: 20,8% IMC (IOTF) Datos aportados por

2001 adolescentes Obesidad: 5,4% pediatras de todo el

(10- 19 años), país, divido en 5

atendidos en regiones

sector público

y privado

7 2002 Menores de 6 27.974 Prov. de Obesidad 0-6 a: P/T >2 DE Muestra aleatoria por

años atendidos en Buenos 5,2% Obes (2-5 a) (NCHS) selección al azar de

el sistema público Aires 7,5% días de registro

de salud de la Obes (0-2 años) P/E > 2 DE de datos

provincia de Bs. As. 5,3% (NCHS)

Consenso sobre diagnóstico y tratamiento de la obesidad en pediatría / 267

17 países (se agregan Argentina, Costa Rica,

Uruguay, Panamá y Venezuela a los anteriores)

indican un promedio de 4,5%.

En la mayoría de los países se observa

incremento en la prevalencia (faltaría especificar

en que tiempo varió). Cabe destacar el

descenso de Colombia y el incremento en

países que presentan altos índices de pobreza,

concentración de población indígena y

déficit de crecimiento, como es el caso de

Guatemala, Perú y Bolivia.

Prevalencia de obesidad

en la República Argentina

Los datos disponibles en la infancia más

representativos provienen de los siguientes

estudios realizados en la última década en

nuestro país:

1. Evaluación del estado nutricional de la

población de varones de 18 años en Argentina.

2. Proyecto Tierra del Fuego (CESNI).

3. Encuesta antropométrica en menores de

6 años bajo Programa Materno Infantil.

4. Encuesta nutricional a niños/as menores

de 6 años de la provincia de Buenos Aires.

Proyecto NUTRIABA.

5. Encuesta de Salud, Nutrición y Desarrollo

realizada en la ciudad de Córdoba y

Gran Córdoba (CLACYD- CESNI) 2000.

6. Prevalencia de obesidad en una población

de 10 a 19 años en la consulta pediátrica.

7. Encuesta antropométrica de efectores de

salud de la Provincia de Buenos Aires.

En la Tabla 2 se muestran los resultados de

estos estudios.

El criterio para definir sobrepeso y obesidad

en los niños ha sido (excepto en el primer

estudio) el utilizado por la OMS (sobrepeso

entre +1 y +2 DE, obesidad >2DE según

tablas del NCHS). Este criterio está basado

en una distribución normal de la relación

peso para talla, lo que no parece ser la que

siguen nuestras poblaciones.

Cambios en la prevalencia

Existen pocos estudios con fuentes de

datos comparables.

Además la prevalencia se incrementa con

la edad: en el estudio 7 se observó en los

niños de 0 a 2 años un 5,3% de obesidad y en

los de 2 a 6 años un 7,5%. En el estudio del

Gran Buenos Aires (Estudio 4) también la

prevalencia aumenta con la edad; en los

dad que disminuye las posibilidades de actividad

física al aire libre, son los factores que

influyen en este proceso, más que la accesibilidad

o no a los alimentos.

Se ha observado que en América Latina el

incremento en las tasas de obesidad se relaciona

en forma directa con las mejoras en las

condiciones económicas de los países, en

contraste con lo observado en países de ingresos

medios, donde la obesidad tiende a

descender a medida que aquellos aumentan.

Sin embargo, también se han observado incrementos

de la obesidad en poblaciones

desarrolladas.

Existen pocos estudios disponibles que

aporten datos de alcance nacional en la infancia.

Las fuentes utilizadas corresponden a

encuestas nacionales analizadas por Martorell

y col., la base de datos de la OMS e informaciones

específicas de muestras o censos nacionales

de Chile, Brasil y México. Se consideró

sobrepeso a aquellos valores de peso para la

estatura entre +1 y +2 desviaciones estándares

y obesidad a los mayores de 2 desviaciones

estándares de la referencia internacional

NCHS/OMS (WHO, 1983).

De los 12 países que tienen información

completa de sobrepeso y obesidad (Perú,

Bolivia, Chile, Paraguay, México, República

Dominicana, Brasil, Nicaragua, Colombia,

Guatemala, El Salvador y Honduras) un tercio

supera el 20% en ambas situaciones, destacándose

la alta frecuencia encontrada en

niños bolivianos, peruanos y chilenos.

Con respecto a la obesidad, los valores de

Población Resultados Población Resultados Variación

en la

prevalencia

Varones

18 años.

Nacional

1987. 24

Sobrepeso:

14,7%

Estudio 1 Varones

18 años

Nacional

1993.

Sobrepeso:

19,5%

+4,8%

Niños 9-24

meses. Gran

Buenos Aires,

1985.25

Obesidad:

2.5%

Estudio 4

Niños < 2

años

NUTRIABA

1999

Obesidad:

5,7%

+ 3,2%

Niños menores

de 6 años,

Prov. Bs. As.

Incorporados

en el estudio

3, 1995-96

Obesidad:

4,4%

Estudio 7

< 6 años

Provincia

de Bs. As.

Obesidad:

5,2%

+0,8%

TABLA 3.

268 / Arch.argent.pediatr 2005; 103(3) / Consenso

mayores de 2 años que de 8,9% y alcanzó el

12,4% en el grupo de 5 a 6 años. Lo mismo

ocurre en el estudio de Córdoba, donde la

prevalencia se incrementa de 5,3% en los

menores de 2 años a 12,1% a los 5 años. En el

estudio 6, que evaluó niños de 10 a 16 años,

se observó un 34,3% de obesidad en el grupo

de 10 a 12 años; la prevalencia disminuyó en

las edades mayores.

Esto no se observa en el estudio nacional

del Ministerio de Salud, encontrándose mayor

prevalencia en los menores de 24 meses,

excepto para la provincia de Santa Cruz.

Conclusiones

La prevalencia de obesidad en los estudios

realizados en Argentina en la última

década oscila entre 4,1% y 11%.

Estas cifras concuerdan con las descritas

en otras poblaciones a nivel mundial.

Como dato relevante, la cuarta parte de la

población infanto-juvenil estudiada en nuestro

país presenta exceso de peso.

IV. SÍNDROME METABÓLICO

En las sociedades de occidente, la enfermedad

cardiovascular aterosclerótica es una

de las primeras causas de muerte en el adulto

y se asocia fuertemente con el síndrome metabólico

y la diabetes de tipo 2.

La obesidad desempeña un papel central

en el síndrome metabólico que se caracteriza

por la asociación de hiperinsulinemia insulinorresistencia,

hipertensión, dislipemia, diabetes

de tipo 2 y aumento de riesgo de enfermedad

aterosclerótica cardiovascular.

Investigaciones recientes han demostrado

que el proceso de aterosclerosis y

factores de riesgo asociados con su desarrollo

comienzan en la infancia y se relacionan

tempranamente con la obesidad y otros

componentes del síndrome en niños y adolescentes.

En las últimas tres décadas, el incremento

de la prevalencia de obesidad tanto en niños

como en adultos ha ocasionado paralelamente

mayor incidencia de complicaciones

asociadas como diabetes de tipo 2 y, como

síndrome metabólico.

De acuerdo con los conocimientos y evidencias

actuales y por extrapolación de estudios

en adultos es razonable sugerir que las

modificaciones en el estilo de vida y el control

de peso en la infancia reducirán el riesgo

para el desarrollo de síndrome metabólico,

diabetes de tipo 2 y enfermedad cardiovascular

en la adultez.

Definición: no hay definición en pediatría,

son criterios del adulto que actualmente

pueden ser extrapolados a los niños y

adolescentes según las últimas evidencias

epidemiológicas.

El síndrome metabólico ha tenido otras

denominaciones como síndrome X, síndrome

de insulino resistencia, síndrome dismetabólico,

síndrome de Reaven, síndrome

metabólico cardiovascular osíndrome plurimetabólico.

La Organización Mundial de la Salud

(OMS) en 1998 estableció el nombre de “síndrome

metabólico” en el informe de diagnóstico

y clasificación de la diabetes mellitus.

La OMS y el panel de tratamiento de

colesterol en adultos (ATP III) ambos eligen

esa denominación para todas las definiciones

de consensos.

Criterios diagnósticos

Según ATP III se define como síndromemetabólico a la presencia en adultos, niños y

adolescentes de al menos tres de los cinco

criterios que se presentan a continuación:

Criterio Adulto Niño

Aumento de

triglicéridos (mg/dl) ≥ 150 ≥ 110

HDL-C bajo (mg/dl)

Varones < 40 ≤ 40Mujeres < 50 ≤ 40

Obesidad abdominal

(circuncintura) cm

Varones > 102 ≥ 90 percentilo

Mujeres > 88 ≥ 90 percentiloGlucosa ayunas (mg/dl)

≥ 110
≥ 110Tensión arterial ≥ 130/85 ≥ 90 percentilo Prevalencia de síndrome metabólico en adolescentes

de 12 A 19 años. (NHANES III, 1988-1994), Cook S,

Dietz W.5

*Las nuevas recomendaciones de la Asociación Estadounidense

de Diabetes (ADA) determinantes de riesgo

glucemia en ayunas ≥ 100 mg/dl en vez de 110 mg/dl.

Obesidad y síndrome metabólico

1. El mayor peso corporal predispone a los niños

a muchas de las complicaciones médicas de la

Consenso sobre diagnóstico y tratamiento de la obesidad en pediatría / 269

obesidad que se observan en adultos, en particular

los componentes del síndrome metabólico.

La asociación de la obesidad con el síndrome

de insulino resistencia y el riesgo

cardiovascular no se debe solamente al grado

de obesidad, sino que estaría críticamente

relacionado y dependería del patrón de distribución

grasa. En los niños, en forma similar

a lo encontrado en adultos, se ha demostrado

recientemente que aquellos con mayor

grasa abdominal (adiposidad central) desarrollarían

este síndrome con más frecuencia.

El aumento de la circunferencia de la cintura

en niños y adolescentes se asocia con hipertensión

sistólica y diastólica, hipercolesterolemia,

bajo colesterol de HDL, hipertrigliceridemia

e insulinorresistencia. Debe considerarse

esta medición como apropiada para

una correcta definición del síndrome en la

práctica pediátrica, ya que el IMC es un

indicador menos sensible para evaluar la

distribución grasa. La Asociación Estadounidense

de Cardiología, recomienda esta

medición en aquellos pacientes pediátricos y

adolescentes que presentan riesgo de insulino

resistencia en su último consenso. (Veánse las

tablas del Anexo).

Hipertensión en el síndrome metabólico

El incremento de la obesidad en pediatría

ha ocasionado que la hipertensión clínica se

presente con mayor frecuencia en esta etapa

biológica que en décadas pasadas.

La insulinorresistencia asociada a hipertensión

provoca:

1.Aumento de la retención renal de sodio

y la depuración de agua libre.

2.Aumento de actividad simpática.

3.Estimulación del crecimiento del músculo

liso vascular.

Los niveles de insulina son significativamente

más elevados en pacientes con hipertensión

esencial que en normotensos y aún

mayores en obesos hipertensos.

En estudios de insulinorresistencia con

pinzamiento hiperinsulinémico-euglucémico

se remarca una mayor influencia del tejido

adiposo (adiposidad) que de la insulina en la

hipertensión en la infancia en niños y jóvenes.

2. La prevalencia de hipertensión arterial oscila

entre 17 a 32% en obesos con otros factores de

riesgo cardiovascular.

En el estudio del Hospital de Niños R.

Gutiérrez (Trifone y col., 2003) se encontró

en niños y adolescentes obesos niveles elevados

de tensión sistólica y diastólica en

6,9%, especialmente en aquellos con mayor

grado de obesidad, anomalías lipídicas y

disglucémicos.

Dislipemias y síndrome metabólico

La asociación entre obesidad y dislipemia

observada en adultos, también se ha demostrado

en niños y adolescentes.

En estudios clínicos poblacionales, los

adolescentes obesos tienen un perfil lipídico

aterogénico, con aumento de colesterol de

(LDL-C) y triglicéridos y bajo colesterol de

HDL (HDL-C).

Las investigaciones a partir del estudio

de Bogalusa demostraron que, en comparación

con los niños de similar edad y sexo sin

sobrepeso, en los niños con sobrepeso y obesidad

el colesterol total fue entre 2,4 a 7,1

veces más elevado, en tanto que los triglicéridos,

la LDL y la hiperinsulinemia fueron

12,6 veces más elevados.

La hiperinsulinemia aumenta la síntesis

hepática de VLDL y, en consecuencia, de triglicéridos

y de LDL-C; hay resistencia

insulínica sobre la lipoproteinlipasa con incremento

de triglicéridos y LDL-C, y disminuyen

los niveles de HDL-C por alteración de

la relación síntesis de apolipoproteína A/

degradación de HDL-C.

La prevalencia de hipertrigliceridemia en

niños con síndrome metabólico es de 4% a

32% en relación con el aumento de grasa

visceral.

Diabetes de tipo 2 y síndrome metabólico

En los últimos 10 años se ha informado

un incremento de la diabetes de tipo 2 en

niños y adolescentes; esto se asociaría paralelamente

con el aumento de la prevalencia

de la obesidad grave en la infancia y adolescencia.

Además hay nuevos informes sobre la

prevalencia de diabetes de tipo 2 en ciertas

etnias afroamericanos, hispanoamericanos,

del sudeste asíatico y caucásicos.

La diabetes de tipo 2 es asintómatica en

sus estadios tempranos, aunque puede presentarse

con los síntomas cardinales y aun

con cetoacidosis diabética como debut en

jóvenes obesos.

Sinha et al demostraron mayor insulino270

/ Arch.argent.pediatr 2005; 103(3) / Consenso

rresistencia e intolerancia a la glucosa cuanto

mayor era el grado de obesidad y una prevalencia

de diabetes de tipo 2 de 4% en los

obesos.

En el Hospital de Niños R. Gutiérrez se

observó una prevalencia de diabetes de tipo

2 de 3% y de intolerancia a la glucosa, de 3%

en 203 niños y adolescentes obesos caucásicos

en el período 2001-2003.

En el Hospital Garrahan se investigó la

prevalencia de alteraciones del metabolismo

de los hidratos de carbono en 498 niños y

adolescentes obesos asintomáticos, utilizando

los datos de la prueba de tolerancia a la glucosa,

según criterios diagnósticos de la Asociación

Estadounidense de Diabetes, observándose

intolerancia a la glucosa en 44 pacientes

(8,8%) y diabetes de tipo 2, en 7 con (1,4%).

Según la Asociación Estadounidense de

Diabetes, para la prevención del síndrome

metabólico, es importante la detección de

pacientes con riesgo de:

1. Obesidad (central).

2. Presencia de acantosis nigricans.

3. Antecedentes familiares de diabetes de

tipo 2.

4. Bajo/alto peso al nacer.

5. Índices de resistencia a la insulina

alterados.

6. Dislipemia, hipertensión, ovario

poliquístico.

7. Predisposición de algunas razas o etnias.

La obesidad de comienzo en la infancia a

menudo precede a estado hiperinsulinémico

que con el tiempo lleva a la insulinorresistencia.

En determinado momento aparecía la

pérdida del control glucémico se manifiesta

ría la intolerancia a la glucosa y, posteriormente

la enfermedad.

Sin embargo, no todos los individuos desarrollan

intolerancia a la glucosa o diabetes.

Existe una fuerte asociación y predisposición

genética familiar que se evidencia en los

antecedentes de diabetes de tipo 2 de estos

pacientes, por lo tanto la historia familiar es

importante para la evaluación de riesgo.

Actualmente, la diabetes de tipo 2 en

niños y adolescentes se ha convertido en un

problema de salud pública emergente. El

comienzo temprano de esta enfermedad sugiere

que estos pacientes tienen un riesgo de

desarrollar enfermedad cardiovascular precozmente

en la adultez.

Es fundamental en la práctica pediátrica

detectar todos aquellos factores de riesgo

temprano de síndrome metabólico y diabetes

de tipo 2 a fin de prevenir la instauración

definitiva de riesgo de enfermedad cardiovascular

en la vida adulta.

La Sociedad Estadounidense de Cardio-

Algoritmo de evaluación nutricional y seguimiento del paciente

Evaluación

primer nivel

• Índice de masa

corporal

(IMC) >6 a

• Peso

relativo

(PR) < 6 a

Segundo nivel

Obesidad

Sobrepeso

Sin riesgo de sobrepeso

Derivación al especialista

Si (+)

Historia familiar

Tensión arterial

Colesterol total

IMC-PR

Preocupación acerca del

sobrepeso

Si (-)

Registrar en la

historia clínica.

Pautas de

nutrición y

actividad acorde

a la edad

Control pediátrico habitual

Modificado de Barlow SE, Dietz WH (referencia 3).

Consenso sobre diagnóstico y tratamiento de la obesidad en pediatría / 271

logía ha publicado recientemente guías sobre

la detección y tratamiento de estos factores

de riesgo cardiovascular y de diabetes

tipo 2 en el síndrome metabólico.

Índices utilizados para

evaluar la resistencia insulínica

La presencia de resistencia insulínica se

valora mediante el cálculo de los siguientes

índices:

HOMA (Homeostasis Model Assesment): Es

un modelo matemático que utiliza la insulina

y la glucemia basal para predecir la resistencia

a la insulina y la función de la célula

beta.

Presenta una elevada asociación con el

estándar de oro de sensibilidad insulínica: el

pinzamiento euglucémico hiperinsulínico.

Más recientemente, estos modelos han sido

validados para niños y adolescentes.

Insulinorresistencia

HOMA IR: (insulina en ayunas (U/ml).

Glucosa en ayunas mg/18)/22,5.

Este valor oscila entre 0-15; cuanto más

alto más resistencia a la insulina.

Función de célula beta

(HOMA β: (20 x insulina en ayunas (µU/

ml))/[(glucosa en ayunas(mg/dl)/18) - 3,5]

El valor numérico indica un porcentaje de

función de la célula beta; por lo tanto, el

valor normal es de 100.

Otros parámetros de resistencia insulínica:

insulina basal >15 µU/ml o pico de insulina>150

µU/ml (después de la sobrecarga deglucosa) o más de 75 µU/ml a los 120 minutos

en la prueba de sobrecarga oral de glucosa

oral.

V. TRATAMIENTO

1. La prevalencia de sobrepeso y obesidad

presenta incrementos alarmantes en la

población mundial.

2. Todas las evidencias ante las dificultades

del tratamiento de la obesidad del adulto,

las frecuentes recaídas y los altos costos,

ponen énfasis en la prevención. El tratamiento

de la obesidad en la infancia es la

prevención de la obesidad del adulto.

3. Los niños con obesidad presentan dificultades

psicosociales como rechazo de sus

pares, aislamiento y distorsión de la imagen

corporal, que también pueden afectar

los logros educacionales y las relaciones

interpersonales.

4. Los niños obesos tienen riesgo aumentado

de hiperinsulinemia, hipertensión y

dislipemias.

5. La obesidad en la infancia tiene mayor

riesgo de obesidad en la vida adulta, que

se asocia a enfermedades cardiovasculares,

diabetes de tipo 2, osteoartrosis, cáncer

de mama, alteraciones cutáneas, agravamiento

de enfermedades reumáticas,

asma y otras enfermedades respiratorias.

Evaluación de

laboratorio del paciente obeso

Se recomienda estudiar a todo niño con

Modificado de Barlow SE, Dietz WH (referencia 3).

Diagnóstico:

2 a 6 años

PR 110-120%

Mayor de 6 años

Mantenimiento

PR >120%

sin complicaciones

mantenimiento

de peso

con

complicaciones

pérdida

de peso

IMC

85-95

sin

complicaciones

con

complicaciones

mantenimiento descenso de peso

IMC 95 o más

pérdida

de peso

Algoritmo de tratamiento

272 / Arch.argent.pediatr 2005; 103(3) / Consenso

antecedentes familiares o comorbilidad asociada

a su sobrepeso y a todo niño obeso. El

especialista podrá realizar estos estudios

después de la derivación del paciente.

Perfil glucémico:

• Glucemia basal con ayuno mayor de 8

horas (<110 mg% normal, 110-126 mg%

intolerancia a la glucosa, >126 mg%

diabetes).

• Curva de tolerancia oral a la glucosa

(glucemia a los 120 min <140 mg%

normal, 140-200 mg% intolerancia a la

glucosa, >200 mg% diabetes).

Hiperinsulinismo:

• Insulina basal: <15 UI/l normal, >20

UI/l hiperinsulinismo.

• Curva de tolerancia oral a la glucosa

con dosaje de insulina: pico de secreción

>150UI/l.

• Índice HOMA IR: <3,5 normal, >3,5

hiperinsulinismo.

Perfil lipídico (con ayuno de 12 horas): colesterol

total, triglicéridos, CHDL, CLDL.

Esteatosis hepática: ecografía abdominal,

TGO, TGP, gGT.

Perfil tiroideo: si el paciente presenta talla

y velocidad de crecimiento adecuado o incrementado,

se recomienda no realizar estudio

de la función tiroidea. Obtener TSH aumentada

debido a una disminución de

Binding protein (TGβ), con diagnóstico falso

de hipotiroitismo.

Hiperandrogenismo y/o alteraciones del ciclo

menstrual
: si el paciente presenta signos de

hiperandrogenismo: hirsutismo, acne, pérdida

de cabello, alteraciones menstruales. Se

recomienda realizar ecografía ginecológica y

su derivación a endocrinología infantil para

el estudio hormonal correspondiente.

Indicaciones y algoritmo de tratamiento

¿A quiénes debe tratarse?

Pacientes con índice de masa corporal

(IMC) mayor o igual al percentilo 85 con

presencia de complicaciones y a todo paciente

con IMC mayor o igual al percentilo 95 con

o sin complicaciones presentes.

Peso deseado: el mantenimiento del peso

versus la pérdida de peso para alcanzar un

peso determinado, va a depender de la edad

del paciente, el grado de obesidad y la presencia

de complicaciones médicas.

Todo niño o adolescente con complicaciones

de obesidad y/o obesidad mórbida debe recibir

tratamiento especializado.

Rol del pediatra

El primer desafío del tratamiento es lograr

una alianza adecuada con el niño y su familia

centrada en la importancia del tratamiento
: la

palabra obesidad es frecuentemente usada

de manera peyorativa para describir a las

personas con grandes excesos de peso, muchas

familias se sienten más cómodas usando

la palabra sobrepeso. Preguntas abiertas

del pediatra que exploran el grado de preocupación

familiar, los motivos de dicha preocupación,

cómo se produjo la ganancia de

peso y de qué forma es posible el descenso de

peso, permiten al pediatra comenzar a entender

la perspectiva familiar. Preguntas amables

y adecuadas sobre burlas de sus pares o

discriminación o situaciones problemas en

relación a la obesidad, pueden ayudar al

niño hablar más fácilmente sobre los inconvenientes

que trae la obesidad.

Preparar al niño-adolescente para el cambio:

un programa de tratamiento indicado a un

niño, adolescente o a una familia que no está

lista para el cambio puede ser no solo en

vano, sino también negativo. Un tratamiento

infructuoso puede disminuir la autoestima

del niño e influir sobre futuros esfuerzos

para mejorar su salud o su peso. Si un niño

pequeño no está listo para el cambio, pero su

familia sí lo está se puede comenzar a trabajar

con ellos generando algunos cambios en

su hábito alimentario o en su patrón de actividad

física. Dependiendo de la severidad

de la obesidad, los niños que no están listos

para el cambio se podrían beneficiar con una

adecuada intervención del pediatra para

mejorar su motivación y en ese caso es recomendable

postergar la derivación hasta el

momento adecuado. La intervención de un

equipo psicoterapéutico puede ser necesaria

en algunos casos. La adecuada información

del pediatra sobre las bases del tratamiento,

permitirá al niño y la familia contar con

mayor información y construir metas realistas

que faciliten la intervención futura.

Pasos necesarios para

una correcta derivación

1. La intervención debe ser temprana. El

riesgo de persistencia de obesidad aumenta

con la edad.

Consenso sobre diagnóstico y tratamiento de la obesidad en pediatría / 273

2. Toda la familia debe estar lista para el

cambio.

3. Los clínicos deben educar a las familias

sobre los problemas médicos de la obesidad:

el niño y su familia deben conocer los

riesgos a largo plazo de la obesidad, incluyendo

hipertensión, hipercolesterolemia,

enfermedad cardiovascular y diabetes. Los

antecedentes familiares positivos de estas

enfermedades deben ayudar a las familias

a tratar de prevenirlos en los hijos.

4. Los clínicos deben conversar con las familias

acerca de su inclusión en el tratamiento.

Los cambios familiares en relación

a los hábitos alimentarios y de actividad

física son esenciales para el éxito a

largo plazo del tratamiento.

5. El clínico debe asesorar a la familia sobre

las características del tratamiento: los programas

adecuados de tratamiento deben

instituir cambios permanentes; no dietas

de corto plazo que busquen un descenso

rápido del peso.

Tratamiento

El objetivo primordial del tratamiento de la

obesidad no complicada, es promover un estilo de

vida que incluya alimentación sana y variada y

un patrón de actividad física regular para todo el

grupo familiar.La obesidad es una enfermedad crónica, por lo

cual frecuentes controles, monitoreo contínuo y

refuerzo periódico de las pautas de cambio, son un

requisito fundamental. Al ser una patología crónica,

su enfoque
interdisciplinario con respecto

a la terapéutica y al diagnostico de complicaciones,

es de fundamental importancia. Diferentes

profesionales de la salud aportan las pautas para

el manejo integral de la obesidad pediátrica.

Estrategias generales del tratamiento

• Involucrar a la familia en el tratamiento:

cuando la familia forma parte del tratamiento

se producen mejores resultados

en el descenso de la adiposidad y en el

sostenimiento a largo plazo.

• Los cambios en los hábitos alimentarios y

en la actividad, deben ser graduales y

pequeños, pero permanentes.

• La familia debe aprender a:

1. Comprar alimentos saludables. Saber

clasificar los alimentos según su contenido

graso y de azúcares refinados.

Utilizar el gráfico nacional de alimentos

como herramienta educativa.

2. Planificar un menú semanal saludable.

La organización es un componente

importante del tratamiento.

3. Facilitar el ordenamiento de la alimentación

familiar.

4. Acerca de porciones adecuadas para

cada edad.

5. A resaltar las conductas positivas y

alentar al niño.

• Las consultas deben ser frecuentes para

permitir al pediatra evaluar los logros,

reconocer las dificultades y realizar

los cambios necesarios en la estrategia

del tratamiento. El profesional debe

empatizar con la familia y no criticar.

Cada logro alcanzado debe ser estimulado.

• La familia debe reemplazar conductas

sedentarias por otras de mayor gasto

de energía. La actividad debe estar

incorporada dentro de la rutina diaria,

en forma espontánea y programada.

Recomendaciones prácticas

para realización de actividad física

Los niños deben participar todos los días

en una variedad de actividades acordes a su

edad para alcanzar un óptimo estado de

salud y bienestar. Dicha actividad física debe

ser:

1. Espontánea a través del estímulo del

juego propio de cada edad. Plaza, patio

escolar, caminata para el traslado

hacia y desde la escuela.

2. Programado. Se recomienda actividades

grupales que favorezcan la sociabilidad

del niño. La actividad deportiva

no debe ser competitiva, dando la

posibilidad de participar activamente

a todos los niños independientemente

de sus destrezas naturales.

Los niños deben acumular al menos 60

minutos de actividad física por día, la mayor

parte de la semana. Esta actividad debe

incluir actividades moderadas y vigorosas,

de características intermitentes por su naturaleza.

No debe esperarse actividad física vigorosa

de mucha duración en los chicos. La

actividad vigorosa es desarrollada a lo largo

del día en períodos variables de segundos o

minutos de duración.

Algunos ejemplos de actividad física de

274 / Arch.argent.pediatr 2005; 103(3) / Consenso

duración variable repartidos a lo largo del

día son: juegos en el recreo escolar, actividad

física programada como parte del programa

educativo, períodos de juego libre y participación

en actividades deportivas.

Períodos prolongados de inactividad (2

horas o más) no son recomendados para los

niños durante la rutina cotidiana (excluyendo

el descanso nocturno adecuado).

Las conductas parentales que pueden

contribuir al éxito del tratamiento son:

• Encontrar motivos para elogiar al niño.

• No utilizar comida como recompensa.

• Establecer un menú semanal. Los padres

son los que determinan el mismo

y la calidad de la comida.

• Ofrecer solo opciones sanas. La posibilidad

de elegir entren dos alimentos

sanos permite al niño ejercer su independencia.

• Eliminar tentaciones de la alacena.

• Los padres deber ser un ejemplo, “modelo”.

El niño aprende de la conducta

de los adultos.

• Los padres deben ser consistentes en

sus decisiones y cambios realizados.

• Los padres son un modelo no solo en

lo que respecta a los hábitos alimentarios,

sino que su nivel de actividad/

sedentarismo se verá reflejado

en los patrones de actividad de sus

niños. Se recomienda estimular la

actividad en los niños practicando

los padres una vida y facilitando de

acuerdo a las posibilidades, la incorporación

de los chicos en actividades

programadas.

VI. PREVENCIÓN DE OBESIDAD

¿Por qué prevenir?

La prevalencia de sobrepeso y obesidad

está aumentando en todo el mundo, en países

desarrollados y en vías de desarrollo,

tanto en adultos como en niños y cada vez a

edades más tempranas y con formas más

severas.

El sobrepeso y la obesidad en la infancia

tienen un impacto significativo en la salud

física como psicosocial (el estrés psicológico

como la estigmatización social son tan graves

como la morbilidad clínica). La hipertensión,

dislipemia y la tolerancia alterada a la

glucosa ocurren con más frecuencia en niños

y adolescentes obesos (en especial si hay

historia de diabetes familiar tipo 2 antes de

los 40 años). Más aún, la obesidad es un

factor de riesgo independiente para el desarrollo

de obesidad en la adultez1 y si existen

evidencias de la asociación entre obesidad

en la adolescencia y el incremento de riesgos

en la salud en la edad adulta.

La magnitud del problema hace que sea el

pediatra el que deba estar alerta y usar la

mejor información disponible para evitar el

desarrollo de la obesidad ya que una vez

instalada se transforma en una enfermedad

difícil con escasa respuesta al tratamiento.

El incremento en la prevalencia de sobrepeso

y obesidad en niños y adolescentes hace

que su prevención se haya incorporado como

una prioridad en Salud Pública.

Este incremento en la prevalencia no sería

dependiente en principio del control genético,

sino que estaría relacionado fundamentalmente

con cambios en el modo de vida o

variación en cantidad y en composición de la

dieta junto con los hábitos sedentarios.

Probablemente la dirección de las estrategias

de prevención debieran apuntar a modificar

esas conductas. No obstante eso, no hay

evidencias fuertes para establecer cuál es la

dirección a la que debieran apuntar los programas

de prevención para los diferentes

grupos de riesgo.

Hay limitados estudios que apoyan la

efectividad de los programas de prevención

y que permitan conclusiones válidas. Los

ensayos controlados y randomizados son los

más adecuados para evaluar los efectos de

intervenciones sobre el modo de vida y la

conducta alimentaria. Deben evaluar alguna

variable objetiva al ingreso del programa y

compararla luego de la intervención con un

seguimiento mínimo de 1 año.

Se tomaron las bases de datos de Cochrane

2003 que incluyó 10 estudios de prevención

de obesidad.

Siete de ellos fueron catalogados como de

largo plazo por tener un seguimiento de por

lo menos un año y 3 de corto plazo (hasta 3

meses de seguimiento).

En ocho estudios las intervenciones fueron

realizadas en la escuela, uno en una

comunidad afro-americana de bajos recursos

y el último estuvo dirigido a familias de

Consenso sobre diagnóstico y tratamiento de la obesidad en pediatría / 275

niños no obesos hijos de padres obesos. Tres

de los cuatro programas a largo plazo que

combinaron intervenciones de Educación

Alimentaria y Actividad Física no tuvieron

diferencias favorables en el sobrepeso en el

grupo que recibió la intervención. Sólo uno

de los estudios mostró mejoría en el grupo

con intervención.

Un único estudio a largo plazo y dos de

corto plazo con intervenciones sobre la actividad

física demostraron una ligera reducción

del peso en los grupos intervenidos.

Esta revisión pone en evidencia una situación

paradojal: mientras que la magnitud

del problema hace que la prevención de la

obesidad sea una prioridad para la Salud

Pública, no hay evidencias claras de la efectividad

de los programas de prevención en

los distintos grupos de riesgo.

La reducción de las conductas sedentarias

y el incremento de la actividad física parecen

ser las estrategias más útiles; sin embargo hay

necesidad de estudios bien diseñados que

evalúen los distintos tipos de intervención y

poder generalizar sus conclusiones.

Factores de riesgo

Es importante tener en cuenta que hay

factores de riesgo para el desarrollo de la

obesidad y saber que aquellos niños que

los presentan constituyen un grupo vulnerable

en el que se hace imprescindible comenzar

tempranamente con estrategias de

prevención.

Factores genéticos: obesidad en los padres:

ambos padres obesos: mayor riesgo.

Medioambientales: son numerosos y complejos

para modificar pero se pueden influenciar

a través de estrategias a nivel individual

y comunitario.

Se deben considerar especialmente los

“períodos críticos” para el desarrollo de la

obesidad:7 prenatal tanto el bajo como el alto

peso al nacer son factores de riesgo, el rebote

adipocitario y la pubertad donde desvíos de

lo normal incrementan el riesgo de desarrollo

de obesidad.

Inseguridad alimentaria: se observa una

relación inversa entre la inseguridad alimentaria

y la prevalencia de obesidad. La

pobreza y la obesidad se relacionan de manera

compleja. En esta relación se reconoce

que influyen las muy pocas posibilidades

de elegir alimentos saludables, una baja estimulación

en el hogar, la ausencia de un

ámbito seguro para el desarrollo de actividad

física y también la presencia de obesidad

materna.

Influencia de la conducta: mientras se

aguarden las evidencias científicas para sostener

prácticas específicas de prevención, se

propone que el pediatra investigue acerca de

los comportamientos que afectan el balance

energético, aumentando el gasto (limitar

horas frente al TV, estimular actividades recreativas

al aire libre) o poniendo énfasis en

la calidad de la dieta (estímulo y sostén de la

lactancia materna, limitar el consumo de jugos

y bebidas azucaradas, snacks, alimentos

ricos en grasas, etc.).

¿Qué comportamientos se consideran

útiles en la prevención de la obesidad?

Para ser considerados útiles, cada uno

de los comportamientos debe cumplir tres

criterios:

1. Si es adoptado puede ayudar a prevenir

la obesidad.

2. Debe poder promover otros aspectos

saludables aún cuando no impacten

sobre la obesidad.

3. Los esfuerzos para que se produzcan

tales cambios no deben producir daño.

Una de las estrategias básicas propuestas

para prevenir el desarrollo de la obesidad

consiste en la promoción de la lactancia materna.

Si bien aún no se comprende bien cuál

es su rol en la prevención, está bien reconocido

que los niños alimentados al pecho reciben

señales químicas cerebrales diferentes a

las de los que reciben biberón. Estas señales

permiten el desarrollo del ciclo hambre-saciedad

(autorregulación de la ingesta) desde

los primeros momentos de la vida.

Aún cuando los efectos de la lactancia

materna son pequeños cuando se los compara

con otros factores que influyen en el

desarrollo de la obesidad en el niño, este

beneficio es significativo en términos de

Salud Pública.

La actividad física es uno de los componentes

principales del gasto energético (representa

un 15% del total).

Las condiciones actuales de vida en las

grandes ciudades (espacios reducidos, falta

de tiempo de los padres, inseguridad en la

vía pública) determinan una importante reducción

en este componente del gasto, pre276

/ Arch.argent.pediatr 2005; 103(3) / Consenso

disponiendo a la obesidad.

El pediatra debe investigar aquellos comportamientos

que favorecen el gasto energético

dependiente de la actividad física considerando

las horas de juego y actividad física al

aire libre, beneficiosas para el desarrollo de la

motricidad gruesa, la inserción social y las

experiencias cognitivas y que favorecen la

exploración y contacto con el medio ambiente.

El pediatra debe desarrollar estrategias

creativas acordes al medio y las posibilidades.

Otra de las estrategias consiste en limitar

las horas frente al televisor, videojuegos y

computadora. Se recomienda desalentar su

uso en menores de 2 años y limitarlo a no más

de dos horas diarias en los mayores.

Otro de los factores determinantes en el

desarrollo de la obesidad desde muy temprano

en la infancia es el excesivo consumo de

bebidas azucaradas. Las bebidas azucaradas

(jugos y gaseosas) constituyen, junto con otros,

un grupo de alimentos que aportan calorías

vacías (energía sin otro nutriente). Contribuyen

al desarrollo de la obesidad, tienen una

alto índice glucémico, aportan un alto valor

calórico con baja densidad nutricional. Además

el azúcar puede resultar adictiva por ser

dopaminérgica como los opiáceos.

Limitar su consumo y retardar la iniciación

de la incorporación, así como educar

sobre el verdadero rol que cumplen dentro

de la alimentación constituye otra de las

estrategias para la prevención.

SUMARIO. CONCLUSIONES

El aumento de la prevalencia de sobrepeso

y obesidad y su co-morbilidad en la infancia

tiene características de epidemia. Su tratamiento

es complejo y poco exitoso.

Los factores genéticos y medioambientales

y/o la combinación de ambos pueden y

deberán ser identificados.

Es importante reconocer tempranamente

en el control pediátrico la excesiva ganancia

de peso en relación al crecimiento lineal.

Se debe realizar la educación de la familia

guiando para el desarrollo de hábitos saludables

perdurables (actividad física y comportamientos

con la alimentación).

En la alimentación priorizar la moderación

y la elección saludable sin patrones restrictivos.

Promover la actividad física regular, familiar,

escolar, comunitaria.

La dirección óptima hacia la prevención

debe combinar intervenciones en la dieta y

en la actividad física.

Recomendaciones

Supervisión en salud

a. Identificar pacientes en riesgo.

b. Calcular y registrar IMC anualmente

en niños y adolescentes.

c. Detectar la excesiva ganancia de peso

para promover modificaciones en el

modo de vida tendientes a prevenir la

obesidad.

d. Promover, proteger y sostener la lactancia

materna.

e. Promover patrones de alimentación

saludables.

f. Promover la actividad física cotidiana

en todos los ámbitos posibles.

g. Limitar horas frente al TV y videojuegos.

h. Reconocer tempranamente los factores

de riesgo de las enfermedades crónicas

del adulto.

Indicaciones según la etapa biológica

Lactante

En el primer semestre se destaca la importancia

de la lactancia materna exclusiva

porque a todos sus beneficios conocidos se

agrega el de autorregulación de la ingesta.

Si recibe fórmula controlar su preparación

y de los agregados (sacarosa, cereales)

evitando particularmente el exceso de

mono y disacáridos.

El lactante no deberá ser obligado a terminar

siempre lo que le ofrecen (reconocer saciedad);

evaluar el número de tomas según la

edad en los primeros dos años.

La introducción de la alimentación complementaria

se hará al sexto mes de vida con

adecuada selección de alimentos.

Se deberá ayudar a la madre o cuidadora

a diferenciar las señales de reclamo de comida

de las otras demandas del niño; no

obligar al niño a terminar siempre la porción

ofrecida.

No limitar el aporte de grasas durante los

primeros dos años de vida por el riesgo de

carencia de ácidos grasos esenciales.

Segundo año de vida

Junto con la integración a la mesa familiar

pueden aparecer cambios en el apetito; recoConsenso

sobre diagnóstico y tratamiento de la obesidad en pediatría / 277

mendar a los padres establecer gradualmente

los horarios de comida favoreciendo la

“comensalidad”.

Asesorar sobre el valor nutricional de los

alimentos con el objetivo de lograr una alimentación

completa y variada.

Preescolar (2 a 5 años)

Reconocer que puede haber rechazo a

nuevos alimentos (“neofobia”).

No utilizar el alimento como recompensa

o gratificación, muestra de afecto o castigo.

Aceptar que el apetito es variable.

Incorporar frutas y verduras a la alimentación.

Resaltar la importancia del desayuno.

Insistir en que la alimentación debe ser

variada, estimulando el consumo diario de

frutas y verduras en especial las de estación

(menor costo y mayor valor nutricional).

Alentar el consumo de agua en lugar de

jugos. Recalcar la importancia del desayuno.

Reconocer que las comidas “especiales”

en relación a eventos sociales, (cumpleaños,

fiestas en el jardín) constituirán la excepción

y no la regla.

En aquellos niños con factores de riesgo

para obesidad se podrán indicar lácteos

descremados.

Estimular la actividad física recreativa al

aire libre: en la plaza, uso de triciclo, bicicleta,

etc. Limitar horas frente a TV, videojuegos, etc.

Escolar

La alimentación seguirá los lineamientos

del período anterior. Estimular la práctica

de deportes grupales no competitivos, la

actividad física cotidiana favoreciendo las

caminatas, el uso de la escalera en reemplazo

del ascensor, reducir el uso del transporte

para distancias cortas. Tener en cuenta el

acceso al kiosco, fuente de golosinas y alimentos

de alta densidad calórica y baja calidad

nutricional.

Adolescencia

Durante el período de rápido crecimiento

del adolescente, las variaciones biológicas

según sexo se hacen más evidentes y los

cambios que se producen en un tiempo relativamente

breve son muy diversos, con patrones

de ingesta muy dispares y hábitos

distorsionados con riesgo de aparición de

trastornos de la conducta alimentaria.

Además de controlar el aporte calórico se

debe evitar la carencia de vitaminas y micronutrientes

y la alimentación monótona y rica

en grasas saturadas que habitualmente ocurre

fuera de la casa. Se deberá equilibrar con

la comida familiar, facilitando la disponibilidad

en el hogar de alimentos saludables para

su consumo.

Promover la realización de deportes y

actividad competitiva. 

278 / Arch.argent.pediatr 2005; 103(3) / Consenso

VII. ANEXO: TABLAS Y FIGURAS

TABLA 1: Percentilos de Circunferencia de cintura

según edad y sexo

Edad Varones Mujeres

Percentilos

50 90 50 90

5 52 59 51 57

6 54 61 53 60

7 55 61 54 64

8 59 75 58 73

9 62 77 60 73

10 64 88 63 75

11 68 90 66 83

12 70 89 67 83

13 77 95 69 94

14 73 99 69 96

15 73 99 69 88

16 77 97 68 93

17 79 90 66 86

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Definición y Diagnóstico

- Dru MJ. Comparison of convenient indicators of

obesity. Am J Clin Nutr 1990; 51:22-28.

- Flegal KM, Ogden CL, Wei R, Kuczmarski RL,

Johnson CL. Prevalence of overweight in US

children: comparison of US growth charts from the

Centers for Disease Control and Prevention with

other reference values for body mass index.

- Himes JH, Dietz WH. Guidelines for overweight in

adolescent preventive services: recommendations

from an expert committee. The Expert Committee

on Clinical Guidelines for Overweight in Adolescent

Preventive Services. Am J Clin Nutr 1994; 59:307–

16.

- Barlow SE, Dietz WH. Obesity evaluation and treatment:

Expert Committee recommendations. The

Maternal and Child Health Bureau, Health Resources

and Services Administration and the Department

of Health and Human Services. Pediatrics

1998; 102:E29.

- Dietz WH, Robinson TN. Use of the body mass

index as a measure of overweight in children and

adolescents. J Pediatr 1998; 132:191-193.

- Duerenberg P, Weststrate JA, Seidell JC. Body mass

index as a measure of body fatness: age- and sex-

EE.UU.1

6-11 años

1971-74 a 1999

4-13% (3.3)

12-19 años

1971-74 a 1999

6-14% (2,3)

IMC > p95

FIGURA 1. Incremento global en la prevalencia de obesidad infantil. En negritas el incremento de prevalencia

para el período especificado. En itálicas definiciones de sobrepeso y obesidad. Tomado de Ebbeling y col.8

Inglaterra2 Escocia2

4-11 años 4-11 años

1984-1994 1984-1994

niños: 0,6-1,7% (2,5) niños: 0,9-2,1%(2,3)

niñas: 1,3-2,6% (2,0) niñas 1,8-3,2% (1,8)

IMC ajustado por edad, extrapolado al valor de

adultos de 30 kg/m2

China3

6-9 años

1991-1997

10,5-11,3% (1,1)

10-18 años

1991-1997

4,5-6,2% (1,4)

IMC ajustado por

edad, extrapolado

al valor de adultos

de 25 kg/m2

Haití5

0-5 años

1978-1994/95

0,8-2,8% (3,5)

Peso/Talla > 2 DS

Japón4

10 años

1970-1996

niños <4%-10% (2,5)

niñas 4%-9% (2,3)

PR > 120%

Costa Rica5

0-6 años (1982)

1-7 años (1996)

1982-1996

2,3-6,2% (2,7%)

Peso/Talla > 2DS

Egipto5

0-5 años 1978 1995/

96

2,2-8,6% (3,9)

Peso/Talla >2DS

Chile6

0-6 años

1985-1995

4,6-7,2% (1,6)

Peso/Talla > 2DS

Brasil3

6-9 años

1974-1997

4,9-17,4% (3,6)

10-18 años

1974-1997

3,7-12,6% (3,4)

IMC ajustado por

edad, extrapolado al

valor de adultos de

25 kg/m2

Marruecos5

0-5 años

1987-1992

2,7-6,8% (2,5)

Peso/Talla > 2DS

Ghana5

0-3 años

1988-1993/94

0,5-1,9% (3,8)

Peso/Talla > 2DS

Australia7

7-15 años 1985-1995

niños: 1,4-4,7% (3,4)

niñas: 1,2-5,5% (4,6)

IMC ajustado por edad,

extrapolado al valor de

adultos de 30 kg/m2

Consenso sobre diagnóstico y tratamiento de la obesidad en pediatría / 279

specific prediction formulas. Br J Nutr 1991; 65:105-

114.

- Gidding SS, Bao W, Srinivasan SR, Berenson GW.

Effects of secular trends in obesity on coronary risk

factors in children: the Bogalusa Heart Study. J

Pediatr 1995; 127:868-874

- Must A, Jacques PF, Dallal GE, Bajema DJ, Dietz

WH. Long-term morbidity and mortality of overweight

adolescents. A follow-up of the Harvard

Growth Study of 1922 to 1935. New Engl J Med

1992; 327:1350-1355.

- Relly JJ, Wilson CD y col. Obesity: diagnosis, prevention,

and treatment; evidence based answers to

common questions. Arch Dis Chil 2002; 86:392-394.

- Reilly JJ, Dorosty AR, Emmett PM. Identification of

the obese child: adequacy of the body mass index

for clinical practice and epidemiology. Int J Obes

Relat Metab Disord 2000; 24(12):1623-7.

- Rodríguez G, Moreno LA, Sarria A, Fleta J, Bueno

M. Assessment of nutritional status and body composition

in children using physical anthropometry

and bioelectrical impedance: influence of diurnal

variations. J Pediatr Gastroenterol Nutr 2000;

30(3):305-9.

- Fu WPC, Lee HC, Ng CJ, Tay Y KD, Kau CY, Seow

CJ, Siak JK, Hong CY. Screening for childhood

obesity: international vs population-specif definitions.

Which is more appropiate? Int J Obes 2003;

27:1121-1126.

- WHO (World Health Organization). The Used and

Interpretation of Anthropometry. Report of WHO

Expert Committee, Technical Report Series 854.

Geneva: WHO Expert Committee on Physical Status,

1995.

- Marques MM. Berquo E, Yunes J, Marcondes E.

Crescimiento de crianças brasileiras: Peso e altura

segundo idade e sexo. Influenca de fatores cócioeconómicos.

Anais Nestlé 1974; 84(Sup. 2):11.

- Sempe M. Surveillance de la croissance de l’enfant.

References pratiques. Le Concours Medical, 1984;

Sup 43.

- Chinn S, Rona RJ. International definitions of overweight

and obesity for children: a lasting solution?

Ann Hum Biol 2002; 29(3):306-13.

- Wang Y, Wang JQ. A comparison of international

references for the assessment of child and adolescent

overweight and obesity in different populations.

Eur J Clin Nutr 2002; 56(10):973-82.

- Sarria A, Moreno LA, Garcia-Llop LA, Fleta J,

Morellon MP, Bueno M. Body mass index, triceps

skinfold and waist circumference in screening for

adiposity in male children and adolescents. Acta

Paediatr 2001; 90(4):387-92.

- Danielzik S, Bartel C, Raspe H, Mast M, Langnase

K, Spethmann C, Muller MJ. Problems in defining

obesity in prepubescent children: consequences for

assessing the requirements for medical rehabilitation.

Gesundheitswesen 2002; 64(3):139-44.

- Cole TJ, Bellizzi MC, Flegal KM, Dietz WH.

Establishing a standard definition for child

overweight and obesity worldwide: International

survey. BMJ 2000; 320:1240-1243.

- Sarria A, Moreno LA, Garcia-Llop LA, Fleta J,

Morellon MP, Bueno M. Body mass index, triceps

skinfold and waist circumference in screening for

adiposity in male children and adolescents. Acta

Paediatr 2001; 90(4):387-92.

- Hoffmans AF, Krmhout D, de Lezenne Coulander

C. The impact of body mass index of 78612 18 year

old Ducth men on 32 -year mortality from all causes.

J Clin Epidemiol 1988; 41:749-756.

- Abeyá Gilardón E, Lejarraga H. Prevalencia de

obesidad en 88.861 varones de 18 años.Argentina,

1987. Arch.argent.pediatr 1995; 93:71-79.

- Burrows RA, Medardo Burgueño A, Leiva LB. Sensibilidad

de diferentes estándares para detectar Los

trastornos metabólicos en niños con exceso de peso

Rev Chil Nutr 2003; 30:1.

- Mc Carthy HD, Ellis SM, Cole TJ. Central overweight

and obesity in British youth age 11-16 years: cross

sectional surveys of waist circumference. BMJ 2003;

326:624.

- Sociedad Argentina de Pediatría. Comité de Crecimiento

y Desarrollo. Guía de evaluación del crecimiento.

Buenos Aires: SAP, 2001.

Prevalencia

- National Center for Health Statistics. Prevalence of

overweight among children and adolescentes:

United States, 1999. 1999

www.cdc.gov/nchs/products/pubs/pubd/

hestats/overwght99.htm>

- Chinn S, Rona RJ. Prevalence and trends in overweight

and obesity in three cross-sectional studies

of British children, 1974-94. BMJ 2001; 322:24-26.

- Wang Y, Monteiro C, Popkin BM. Trends of obesity

and underweight in older children and adolescentes

in the United States, Brazil, China, and Russia. Am

J Clin Nutr 2002; 75:971-77.

- Murata M. Secular trends in growth and changes in

eating patterns of japanese children. Am J Clin Nutr

2000; 72(suppl): 1379S-83S.

- De Onis M, Blossner M. Prevalence and trends of

overweight among preschool children in developing

countries. Am J Clin Nutr 2000; 72:1032-39.

- Filozof C, González C, Sereday M, Mazza C,

Braguinsky J. Obesity prevalence and trends in

Latin-American countries. Obes Rev 2001; 2: 99-

106.

- Magarey AM, Daniels LA, Boulton TJC. Prevalence

of overweight and obesity in australian children

and adolescents: reassessment of 1985 and 1995

data against new standard international definitions.

Med J Aust 2001; 174: 561-64.

- Ebbeling C, Pawlak D, Ludwig D. Childhood obesity:

public-health crisis, common sense cure. Lancet

2002; 360:473-82.

- Martorell R, Kettel Khan L, Hughes ML, Grummer

Strawn LM. Obesity in Latin american women and

children. J Nutr 1998; 128: 1464-73.

- Martorell R, Khan L, Hughes M, Grummer Strawn

LM. Obesity in children from developing countries:

a public health problem? En: Martorell R &

Hasche F ed. Nutrition and growth. Nestlé Nutrition

Workshop Series Pediatric. Philadelphia:

Lippincot Williams & Wilkins, 2001; (49):351-373.

- Onis M, Blossner M. 2000 Prevalence and trends of

overweight among pre-school children in developing

countries. Am J Clin Nutr 2000; 72: 1032-1039.

- Kain J, Uauy R, Vio F, Albala C. Trends in overweight

and obesity prevalence in Chilean children:

Comparison of three definitions. Eur J Clin Nutr

2002; 56: 200-204.

- Monteiro C, Benicio M, Conde W, Popkin B. Shift280

/ Arch.argent.pediatr 2005; 103(3) / Consenso

ing obesity trends in Brazil. Eur J Clin Nutr 2000; 54:

342-346.

- Rivera-Dommarco J, Shamah-Levy T, Villapando-

Hernández S, González de Cosio T, Hernández-

Prado B, Sepúlveda I. Encuesta nacional de nutrición

1999: Estado nutricional de niños y mujeres en

México. México DF: Instituto Nacional de Salud

Pública, 2001.

- Amigo H. Obesidad en el niño en América Latina:

situación, criterios de diagnóstico y desafío. Cad

Saúde Pública, Rio de Janeiro 2003; 19 (Supl): S163-

170.

- Calvo E (ed). Evaluación del estado nutricional de

la población de varones de 18 años. Argentina,

1992-1993. En: Estudios Antropométricos en la

población infanto-juvenil. República Argentina

1993-1996. Dirección de Salud Materno Infantil.

Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación.

Buenos Aires, 1999: 61-85.

- Proyecto Tierra del Fuego. Diagnóstico basal de

salud y nutrición. Buenos Aires: CESNI/Fundación

Jorge Macri, 1995.

- Calvo E (ed). Encuesta Antropométrica en menores

de 6 años bajo Programa Materno Infantil. En:

Estudios Antropométricos en la población infantojuvenil.

República Argentina 1993-1996. Dirección

de Salud Materno Infantil. Ministerio de Salud y

Acción Social de la Nación. Buenos Aires, 1999: 13-

42.

- Díaz A, Jaquenod M, Rúgolo E y col. Encuesta

nutricional de niños/as menores de 6 años de la

provincia de Buenos Aires. Proyecto NUTRIABA.

Resultados antropométricos. Abstract EN25, XII

Congreso Latinoamericano de Nutrición. Buenos

Aires, 2000.

- Encuesta de salud, nutrición y desarrollo. En:

CLACYD. Inequidad y desarrollo infantil 0-2 años.

Publicación N°6. Córdoba, Argentina. Diciembre

2002.

- Kovalskys I, Bay L, Rausch Herscovici C y col.

Prevalencia de obesidad en una población de 10 a

19 años en la consulta pediátrica. Arch.argent.

pediatr. 2003; 101 (6): 441-447.

- Oleiro A, Rainieri F, Jaquenod M. Encuesta

Antropométrica de Efectores de Salud 2002. Informe

Final. Programa Materno Infantil. Ministerio de

Salud de la provincia de Buenos Aires, 2003.

- Calvo E. Obesidad infantil y adolescente: un desafío

para la prevención. Arch.argent.pediatr. 2002; 100(5):

355-56.

- Lejarraga H y col. Evaluación del peso y la talla en

88861varones de 18 años de la República Argentina

(1987). Arch.argent.pediatr. 1991; 89:185-92.

- Calvo E y col. Evaluación del estado nutricional de

la población de niños de 9 a 24 meses de edad

residentes en los partidos del gran Buenos Aires.

Arch.argent.pediatr. 1991; 89:132-41.

- Ministerio de Salud de la provincia de Buenos

Aires. Encuesta provincial de Niños y Embarazadas.

Buenos Aires, 1995.

Síndrome metabólico

- Berenson GS, Sirivivasan SR, Bao W, et al. Association

between multiple cardiovascular risk factors

and at erosclerosis in children and young adults:

The Bogalusa hearts Study. N Eng J Med 1998;

338:1650-1656.

- Freedman DS, Dietz W, Sirivanasan SR, et al. The

relation of overweight to cardiovascular risk factors

among children and adolescents: The Bogalusa

Heart Study. Pediatrics 1999; 103; 56: 1108-1117.

- Fagot-Campagna A, Petit DJ, Engelgau MM, et al.

Type 2 diabetes among North American children

and adolescents an epidemiologic review and public

health perpective. J Pediatr 1995; 126:690-695.

- Third National Cholesterol Program (NCEP). Expert

Panel on Detection, Evaluation, and Treatment of

High Blood Cholesterol in Adults (Adult Treatment

Panel III). JAMA 2001; 285:2486-2497.

- Cook S, Weitzman M, Auinger P, Dietz W.

Prevalence of metabolic syndrome phenotype in

adolescents: findings from the Third National

Health and Nutrition Examination Survey, 1988-

1994.Arch Pediatr Med 2003;157(8):821.

- Sinha R, Fisch G, Teague B, Tamborlane WV, Banyas

B, Allen K, et al. Prevalence of impaired glucose

tolerance among children and adolescents with

marked obesity. N Engl J Med 2002; 346(11):802-10.

Erratum in: N Engl J Med 2002; 30;346(22):1756.

- Moreno LA, Rodriguez G, Guillen J, Rabanaque MJ,

Leon JF, Arino A. Anthropometric measurements

in both sides of the body in the assessment of

nutritional status in prepubertal children. Eur J

Clin Nutr 2002; 56(12):1208-15.

- Maffeis G, Pietrobelli A, Grezzani A. Waist

circumference and cardiovascular risk factors in

prepubert al children. Obes Res 2001; 9:179-187.

- Freedman DS, Serdula M, Sirinivasan SR, Berenson

GS. Relation of circumferences and skinfold

thickness to lipid and insulin concentration in

children and adolescents: The Bogalusa Heart Study

Am Clin Nutr 1999; 69:308-317.

- Pietrobelli A, Heymsfield SB. Establishing body

composition in obesity. J Endocrinol Invest 2002;

25(10):884-92. Review.

- Daniels SR, Khoury P, Morrison J. Utility of different

measures of body fat distribution in children and

adolescents. Am J Epidemiol 2000; 152:1179-1184.

- Steimberg J. Obesity, insulin resistance, diabetes

and cardiovascular risk in children. Circulation

2003;107: 1448-1453.

- Sinaiko AR, Jacobs DR, Steinberger J, et al. Insulin

resistance syndrome in chilhood: Associations of

the euglycemic insulin clamp and fasting insulin

with fatness and other risk factors. J Pediatr 201;

139:700-707.

- Fagot-Campagna A, Pettitt DJ, Engelgau MM,

Burrows NR, Geiss LS, Valdez R, et al. Type 2

diabetes among North American children and

adolescents: An epidemiologic review and a public

health perspective. J Pediatr. 2000; 136(5):664-72.

- Kauffman FR. Type 2 diabetes mellitus in children

and youth: a new epidemic. J Pediatr Endocrinol

Metab 2002; 15(Suppl 2):737-44.

- Sinha R, Fisch G, Teague B, Tamborlane WV, Banyas

B, Allen K, et al. Prevalence of impaired glucose

tolerance among children and adolescents with

marked obesity. N Engl J Med 2000; 346(11):802-10.

Erratum in: N Engl J Med 2002; 346(22):1756.

- Mazza C, Ozuna B, Krochik G, (título) J Pediatr

Endocrinol Metab.

- American Diabetes Association.Type 2 diabetes in

children and adolescents. Pediatrics 2000; 105:671-

680.

Consenso sobre diagnóstico y tratamiento de la obesidad en pediatría / 281

- Kavey RW. American Heart Association guidelines

for primary prevention of atherosclerotic cardiovascular

disease beginning in childhood. Circulation

2003; 107:1562-1566.

- Matthews DR et al. Homeostassis Model Assessment

of insulin resistance and cell function from

fasting plasma glucose and insulin concentrations

in man. Diabetologia 1985; 28:412-419.

- Yeni-Komashian H et al. Relationship between several

surrogate estimates of insulin-resistance and

quantification of insulin mediated glucose disposal

in 490 healthy non-diabetic volunteers. Diabetes

Care 2000; 23:171-5.

- Gungor N et al. Validation of surrogate estimates of

insulin sensitivity and insulin secretion in children

and adolescents J Pediatr 2004; 144:47-55.

- Weiss R y col. 2004 Obesity and the Metabolic

syndrome in children and adolescents. N Engl J

Med 2004; 350:2362-74.

- Reaven GM et al. Plasma insulin, C Peptide C and

proinsulin concentration in obese and nonobese individuals

with varying degrees of glucose tolerance.

J Clin Endocrinol Metab 1993; 76:44-48.

Tratamiento

- Dietz WH, Robinson TN. Assessment and treatment

of childhood obesity. Pediatr Rev 1993;

14(9):337-43; quiz 344.

- Edmunds L, Waters E, Elliott EJ. Evidence based

paediatrics: Evidence based management of childhood

obesity. BMJ 2001;323(7318):916-9.

- Barlow SE, Dietz WH. Obesity evaluation and treatment:

Expert Committee recommendations. The

Maternal and Child Health Bureau, Health Resources

and Services Administration and the

Deprtament of Health and Human Services. Pediatrics

1998; 102(3):E29.

- Kovalskys I, Bay L, Herscovici C, Berner E.

Prevalencia de obesidad en población de 10 a 19

años en la consulta al pediatra en Argentina.

Arch.argent.pediatr 2003; 101(6):441-447.

- Guidelines for appropriate physical activity for

elementary school children 2003 update. A Position

Statement-Council for Physical Eduaction for Children

of National Association for Sport and Physical

Education, an Association of the American Alliance

for Health Physical Education and Recreation.

- Carroll S, Dudfield M. What is the relationship

between exercise and metabolic abnormalities? A

review of the metabolic syndrome. Sports Med

2004; 34(6); 371-418.

- Report of the Expert Comité o Diagnosis and classification

of Diabetes Mellitus. Diabetes Care, 1997;

20:1183-1197.

- Suetlana Ten. Insulin Resistance Syndrome in children.

J Clin Endocrinol Metab 2004:89(6).

- Molly C. Abdominal obesity and dyslipidemia in

Metabolic Syndrome: Importance of Type 2 Diabetes

and Familial Combined Hyperlipidemia in Coronary

Artery Disease Risk. J Clin Endocrinol Metab

2004:89(6).

Prevención

- Burrows R. ¿Existe realmente una asociación entre

la obesidad infantil y la del adulto? Obesidad un

desafío pendiente. C Aballa, J Kain, R Burrow &

Díaz E, org, Santiago: Editorial Universitaria 2000:

284-85,

- Dietz WH. Health consequences of obesity in youth:

childhood predictor of adult disease. Pediatrics

1998; 103:1175-82.

- Robinson TN. Defining obesity in children and

adolescents: clinical approaches. Crit Rev Food Sci

and Nutr 1993; 33:313-320.

- Epstein LH, Myers MD, Raynor H, Saelens BE.

Treatment of Pediatric Obesity. Pediatrics 1998;

101:554-570.

- Haddock CK, Shadish WR, Klesges RC, Stein R.

Treatment for childhood and adolescent obesity.

Ann Behav Med 1994; 16:235-244.

- Campbell K, Waters E, O” Meara S, Kelly S,

Summerbell C. Interventions for preventing obesity

in children. Cochrane Database Sist Rev 2003.

- Dietz WH. Critical periods in childhood for the

development of obesity. Am J Clin Nutr 1994; 59:955-

59.

- Alaimo K, Olson CM, Frongillo EA. Low family

income and food insuficiency in relation to

overweight in US children. Arch Pediatr Adolesc

Med 2001; 155:1161-67.

- Dewey KG. Is breastfeeding protective against child

obesity? J Hum Lact 2003;19 (1).

- American Academy of Pediatrics. Commitee on

Public Education: Children and adolescents and

television. Pediatrics 2001; 107:423-426.

- Reilly JJ, Wilson ML, Summerbell CD, Wilson CD.

Obesity: diagnosis, prevention and treatment;

evidence based answers to common questions. Arch

Dis Child 2002; 86: 392-5.

- Whitaker R. Obesity Prevention in Pediatric Primary

Care. Four behaviours to target. Arch Pediatr

Adolesc Med 2003; 157(8):725-27.

- Krebs N, Baker R, Greer F, Heyman M, et al.

Prevention of Pediatric Overweight and Obesity.

Pediatrics 2003; 112(2):424-30.

- Cuttler L, Whitaker J, Kodish E. The danger of

skepticism. Arch Pediatr Adolesc Med 2003;

157(8):722-24.

- Kerr D, James J. Nutrition, physical activity and

obesity. Lancet 2002; 360.

Subcomisión de Epidemiología y Comité de Nutrición

Participantes del Consenso: Coordinadores: Dres. Pablo Durán, Norma Piazza, Liliana Trifone. Definición:

Dres. Carlos Agnestein, Patricia Casavalle, Susana De Grandis, Pablo Durán, Mabel Ferraro, Carmen

Mazza, Ana María Pérez Leiva, Norma Piazza, Débora Setton. Epidemiología: Dres. Luisa Bay, Pablo Durán,Patricia Jáuregui, Adriana Roussos, Verónica Vaccarezza. Síndrome Metabólico: Dres. Andrea Cotti, Adriana

Fernández, Nélida Ferradas, María Esther Ibañez, Sonia Martínez, Aldo Miglieta, Blanca Ozuna, Olga

Ramos, Silvia Segal, Silvia Tonini, Liliana Trifone. Tratamiento: Dras. Patricia Cigliutti, M Virginia Desantadina,

Irina Kovalskys, Teresa Larrocca, Delfina Marchione, Nimia Martínez, Gabriela Perichón, Patricia Sosa,

Norma Villanova. Prevención: Dres. Marta César, Rodrigo Clacheo, Ana María Cucurullo, Susana De

Grandis, Nidia Escobal, Miriam Tonietti, Vera May, Ana María Toranzos.

Arch.argent.pediatr 2005; 103(3) / 263

Adenomegalias en niños

Arch.argent.pediatr 2003; 101(3) / 229

Adenomegalias en niños.

Normas de diagnóstico y tratamiento

Comité de Hematología

Comités de la SAP

INTRODUCCIÓN

Las adenomegalias (AM) son uno de

los motivos de consulta más frecuentes

al hematólogo por parte del médico pediatra.

Aproximadamente un 56% de los

pacientes examinados por otros motivos

presentan adenomegalias cervicales palpables.

Esta elevada frecuencia reconoce

tres motivos básicos: a) la masa de tejido

linfoide sufre un proceso de hiperplasia

fisiológica continua hasta los 10-12 años;

b) en el niño existe una mayor respuesta

a estímulos antigénicos que en el adulto;

c) la frecuencia de infecciones es mayor a

esta edad. Por lo tanto, la existencia de

AMpuede representar una amplia variedad

de etiologías; si bien la mayoría de

los casos corresponden a infecciones benignas

transitorias, algunas veces pueden

ser la manifestación inicial de patologías

más graves (linfoma, leucemia,

tuberculosis, etc.).

DEFINICIÓN

Se denomina adenomegalia al aumento

del tamaño ganglionar. Se considera

como tal a todo ganglio de más de 1,5 cm

de diámetro (2,25 cm2) o al que aparezca

en una región previamente normal. Es

importante tener en cuenta que los

ganglios en los niños son fácilmente palpables

y su tamaño guarda relación con la

edad. Los ganglios de tamaño menor a 1

cm2 podrían ser simplemente observados.

ETIOLOGÍA

Lo primero que hay que establecer en

un niño con AM es si se trata de una

forma localizada (regional) o generalizada,

ya que la impresión diagnóstica será

muy distinta en cada caso. Así, las formas

generalizadas estarán indicando

muy probablemente una etiología viral,

mientras que las localizadas con mayor

frecuencia serán de etiología bacteriana.

La incidencia de enfermedades neoplásicas

en niños con AM sin causa evidente

es de 1% aproximadamente.

Adenomegalias localizadas: Son aquellas

que comprometen un ganglio de una

misma región ganglionar o más. En la

Tabla 1 seenumeranlas regiones drenadas

por cada grupo ganglionar y sus etiologías

posibles.

Adenomegalias generalizadas: Son aquellas

que comprometen dos regiones

ganglionares o más. En la Tabla 2 se enumeran

las etiologías posibles.

PLAN DE ESTUDIOS

Interrogatorio

• Edad: La incidencia de exposición a

agentes infecciosos y de patología

tumoral varía de acuerdo con la edad.

• Forma de comienzo: aguda o insidiosa.

• Tiempo de evolución: Las AM de reciente

aparición son de probable

etiología inflamatoria/infecciosa,mientras

que las de evolución más prolongada

se asocian fundamentalmente a procesos

tumorales o tuberculosis (TBC).

• Antecedente de infección previa reciente.

• Síntomas generales (fiebre, decaimiento,

pérdida de peso, sudores nocturnos,

mialgias, artralgias, etc.).

• Administración de vacunas recientemente.

• Contacto con animales: Pensar en enfermedad

por arañazo de gato o toxoplasmosis.

• Ingestión de medicamentos: Por ejemplo:

hidantoinatos.

• Lugar de procedencia: Algunas patologías

endémicas regionales provocan

adenomegalias (por ejemplo: leishmaniasis).

• Epidemiología contacto TBC.

• Hábito sexual: En el adolescente, considerar

enfermedades de transmisión

sexual.

Autores:

Dres. Hugo Donato,

Amadeo Rosso,

Néstor Rossi,

María Celia Buys,

María Cristina Rapetti.

Correspondencia:

Dr. Hugo Donato.

Ocampo 3308 (1754)

San Justo, Buenos Aires.

Correo electrónico:

hugodonato@aol.com

230 / Arch.argent.pediatr 2003; 101(3) / Comités de la SAP

GRUPO GANGLIONAR Y

REGIÓN DE DRENAJE

Occipitales:

• Cuero cabelludo (parte posterior)

• Nuca

Preauriculares y parotídeos:

• Globo ocular (parte lateral)

• Conjuntivas

• Piel de zona temporal

• Pabellón auricular

• Conducto auditivo externo

• Labio superior

• Mejilla

• Parótida

Submaxilares y submentonianos:

• Mucosa de labios y boca

• Dientes

• Submaxilar

• Sublingual

Cervicales superficiales:

• Oído externo

• Parótida

Cervicales profundos superiores:

• Lengua

Cervicales profundos inferiores,

escalenos y supraclaviculares:

• Cuello

• Brazo

• Pared torácica

• Pulmones

• Mediastino

Axilares:

• Brazo

• Mama

• Pared torácica

• Abdomen (pared lateral)

Epitrocleares:

• Mano y brazo (lado cubital)

Inguinales:

• Genitales

• Periné

• Región glútea

• Canal anal

• Extremidad inferior

Poplíteos:

• Rodilla

• Pierna y pie (parte lateral)

• Infecciones locales

• Dermatitis seborreica

• Pediculosis

• Linfomas

• Infecciones locales

• Enfermedad de Chagas

• Linfomas

• Metástasis

• Adenovirus 3 (fiebre faringoconjuntival) y

8 (queratoconjuntivitis epidémica)

• Conjuntivitis de inclusión neonatal

• Tracoma

• Tularemia

• Infecciones bacterianas (estreptococo, estafilococo,

neumococo)

• Infecciones respiratorias altas virales

• Infecciones locales

• Tuberculosis

• Linfomas

• Metástasis

• Micobacterias atípicas

• Actinomicosis

• Enfermedad por arañazo de gato

• Vacunas

• Infecciones locales

• Linfomas

• Metástasis

• Tuberculosis

• Enfermedad por arañazo de gato

• Mordedura de rata (sodoku)

• Infecciones locales

• Linfomas

• Sarcoidosis

• Infecciones locales

• Linfomas

• Metástasis

• Linfogranuloma venéreo

• Chancroide

• Peste bubónica

• Infecciones locales

• Linfomas

CAUSAS POSIBLES

TABLA 1. Causas de adenomegalias localizadas

Adenomegalias en niños. Normas de diagnóstico y tratamiento / 231Infecciones •Virus - Mononucleosis infecciosa

- CMV

- Rubéola

- Varicela

- HIV

- Otros (herpesvirus, adenovirus, hepatitis, etc.)

•Bacterias - Tuberculosis

- Sífilis

- Fiebre tifoidea

- Brucelosis

- Difteria

- Infecciones piógenas

- Salmonelosis

•Parásitos - Toxoplasmosis

- Leishmaniasis (visceral y cutánea)

- Paludismo

- Filariasis

•Hongos - Histoplasmosis

- Coccidiodiomicosis

- Otros

Neoplasias •Leucemias

•Linfomas (Hodgkin y no Hodgkin)

•Histiocitosis

•Neuroblastoma

•Metástasis

•Mielofibrosis con metaplasia mieloide ganglionar

Fármacos •Hidantoinatos

•Otras (carbamazepina, cefalosporinas, PAS, fenilbutazona, primidona,

pirimetamina, sales de oro, sulfas, alopurinol, atenolol, etc.)

Enfermedades

autoinmunes •Artritis reumatoidea juvenil

•Lupus eritematoso sistémico

•Dermatomiositis

•Enfermedad mixta del tejido conectivo

•Anemia hemolítica autoinmune

•Enfermedad de Kawasaki

Hipersensiblidad •Enfermedad del suero

•Reacción anafiláctica

Tesaurismosis •Gaucher

•Niemann-Pick

•Fabry

•Tangier

Otras •Hipertiroidismo

•Sarcoidosis

•Histiocitosis sinusoidal con linfadenopatía masiva

•Síndrome linfoproliferativo postrasplante

•Enfermedad granulomatosa crónica

•Enfermedad de Kimura

•Cistinosis

TABLA 2. Causas de adenomegalias generalizadas

232 / Arch.argent.pediatr 2003; 101(3) / Comités de la SAP

Examen físico

• Ganglios:

- Extensión (regionales o generalizados).

- Localización.

- Tamaño.

- Dolor: Generalmente presente en patología

inflamatoria/infecciosa y ausente

en tumoral o TBC.

- Consistencia.

- Movilidad.

- Signos inflamatorios.

- Presencia de fístulas: por ejemplo: TBC

o actinomicosis.

• Examen cutáneo (palidez, púrpura, exantema).

• Hepatomegalia o esplenomegalia.

• Tumor abdominal.

• Examen de zonas afectadas: Vías aéreas

superiores, boca, extremidades, etc.

Exámenes de laboratorio

AtodaAMsin causa evidente detectable

se le realizará:

• Hemograma.

• Eritrosedimentación.

• Serología para Epstein-Barr y toxoplasmosis.

• Radiografía de tórax.

• PPD 2 UT.

CONDUCTA TERAPÉUTICA

Y SEGUIMIENTO

Adenomegalias localizadas

Con foco primario detectable: Conducta terapéutica

y seguimiento de acuerdo al mismo.

Sin foco primario detectable: Su etiología

másfrecuente son las infecciones bacterianas

(Staphylococcus aureus, estreptococo betahemolítico,

anaerobios). Por lo tanto, se debe

indicar antibioticoterapia. El tratamiento de

elección son las cefalosporinas a 50-100mg/

kg/día, durante un mínimo de 10 días y un

máximo de 21 días. Control evolutivo a las

48 horas, 7 días y 14 días. Si durante el

tratamiento evoluciona hacia la fluctuación

franca, realizar drenaje quirúrgico. Si al día

14 no hay respuesta al tratamiento, biopsia

ganglionar, enviando muestras del material

para anatomía patológica, impronta, examen

bacteriológico directo, cultivos e

inmunotipificación.

También será indicación de biopsia la

existencia de un nódulo dominante persistente

por 4- 6 semanas sin identificación de

etiología infecciosa.

Frente a la obtención de un informe

anatomopatológico de “inflamación inespecífica”,

pero con persistencia de la masa

ganglionar o sospecha de etiología neoplásica,

se deberá considerar la posibilidad

de realizar una nueva biopsia.

Se podrá realizar punción ganglionar con

aguja fina, con la finalidad de obtener material

para estudio bacteriológicoomicológico,

cuando haya presunción diagnóstica firme

de proceso infeccioso bacteriano o TBC.

Adenomegalias generalizadas

A los exámenes complementarios básicos

previamente enumerados, agregar:

• Hepatograma.

• Serología para CMV, rubéola, hepatitis,

HIV, sífilis.

• Otros estudios (medulograma, tomografía

computada, etc.) se realizarán de

acuerdo con la orientación diagnóstica

dada por los procedimientos previos.

Tratamiento de acuerdo con la etiología.

En casos de etiología viral sospechada pero

no confirmada o en casos sin etiología clara,

se mantendrá conducta expectante con controles

periódicos. Frente a la sospecha de

etiología neoplásica, se realizará biopsia

ganglionar sin demora, remitiendo material

para las mismas determinaciones enumeradas

en el caso de AM localizadas. z

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

- Bajoghli M. Generalized lymphadenopathy and

hepatosplenomegalyinducedbydiphenylhy dantoin.

Pediatrics 1961; 28: 943.

- Barton LL, Feigin RD. Childhood cervical lymphadenitis:

a reappraisal. J Pediatr 1974; 84: 846.

- Beverly JKA, Beattie CP. Glandular toxoplasmosis: a

survey of 30 cases. Lancet 1958; 2: 379.

- Black EG, Chapman JS. Cervical adenitis in children

due to human and unclassified mycobacteria.

Pediatrics 1964; 33: 887.

- Brook I. Aerobic and anaerobic bacteriology of cervical

adenitis in children. Clin Pediatr 1980; 19: 693.

- Chesney PJ. Nontuberculous mycobacteria. Pediatr

Rev 2002; 23: 300.

- Chung CJ, Sivit CJ, Rakusan TA, Ellaurie M. Abdominal

lymphadenopathy in children with AIDS. Pediatr.

AIDS HIV Infect. 1994; 5: 305.

- Dajani AS, Garcia RE, Wolinsky E. Etiology of cervical

lymphadenitis in children. N. Engl. J. Med. 1963;

286: 1329.

- Danielides V, Patrikakos G, Moerman M y col.

Diagnosis, management and surgical treatment of

non-tuberculous mycobacterial head and neck

Adenomegalias en niños. Normas de diagnóstico y tratamiento / 233

infection in children. ORL. J Otorhinolaryngol Relat

Spec 2002; 64: 284.

- DanielsWB,McMurrayFG.Catscratch disease: report

of 160 cases. JAMA 1954; 154: 1247.

- Donato H, Barreiro S, Rossi J y col. Adenomegalias en

niños: estudio prospectivo sobre 103 casos. Arch.

argent.pediatr 1982; 80: 353.

- Dos Santos BA, Ranieri TS, Bercini M y col. An

evaluation of the adverse reaction potential of three

measles-mumps-rubella combination vaccines. Rev

Panam Salud Pública 2002; 12: 240.

- Gaspar HB, Sharifi R, Gilmour KC, Thrasher AJ. Xlinked

lymphoproliferative disease: clinical,

diagnostic and molecular perspective. Br J Haematol

2002; 119: 585.

- Herzog LW. Prevalence of lymphadenopathy of the

head and neck in infants and children. Clint Pediatr

(Phila) 1983; 22: 485.

- Horwitz CA, Henle W, Henle G y col. Clinical and

laboratory evaluation of infants and children with

Epstein-Barrvirus-inducedinfectiousmononucleosis:

report of 32 patients (aged 10-48 months). Blood 1981;

57: 933.

- Jaffe BF, Jaffe N. Head and neck tumors in children.

Pediatrics 1973; 51: 731.

- Jain A, Nalesnik M, Reyes J y col. Post-transplant

lymphoproliferativedisordersinlivertransplantation:

a 20-year experience. Ann Surg 2002; 236: 429.

- Kabra SK, Lodha R, Seth V. Tuberculosis in children:

what has changed in last 20 years? Indian J Pediatr

2002; 69 (Suppl 1): S5.

- Kelly CS, Kelly RE Jr. Lymphadenopathy in children.

Pediatr Clin North Am 1998; 45: 875.

- Kissane JM, Gephardt GN. Lymphadenopathy in

childhood. Long-term follow-up in patients with nondiagnostic

lymph node biopsies. Human Pathol 1974;

5: 431.

- Kumral A, Olgun N, Uysal KM y col. Assessment of

peripheral lymphadenopathies: experience at a

pediatrichematology-oncologydepartmentinTurkey.

Pediatr Hematol Oncol 2002; 19: 211.

- Lake AM, Oski FA. Peripheral lymphadenopathy in

childhood: ten year experiencewithexcisional biopsy.

Am J Dis Child 1978; 132: 357.

- Link MP, Donaldson SS. The lymphomas and

lymphadenopathy. En: Nathan DG, Orkin SH, eds.

Nathan and Oski’s Hematology of Infancy and

Childhood. Philadelphia:WBSaunders, 1998; 1.323.

- Margileth AM, Chandra R, Altman RP. Chronic

lymphadenopathy due to mycobacterial infection.

Clinical features, diagnosis, histopathology, and

management. Am J Dis Child 1984; 138: 917.

- Miettinen M, Saxén L, Saxén E. Lymph node toxoplasmosis.

Follow-up of 237 histologically diagnosed

andserologically verified cases. ActaMedScand1980;

208: 431.

- Palazzi DL, McClain KL, Kaplan SL. Hemophagocytic

syndrome in children: an important diagnostic

consideration in fever of unknown origin. Clin Infect

Dis 2003; 36: 306.

- Panesar J, Higgins K, Daya H y col. Nontuberculous

mycobacterial cervical adenitis: a ten-year retrospective

review. Laryngoscope 2003; 113: 149.

- Pannuti CS, Vilas Boas LS, Angelo MJ y col.

Cytomegalovirus mononucleosis in children and

adults: differences in clinical presentation. Scand J

Infect Dis 1985; 17:153.

- Perkins SL, Segal GH, Kjeldsberg CR. Work-up of

lymphadenopathy in children. Semin Diagn Pathol

1995; 12: 284.

- Peters TR, Edwards KM. Cervical lymphadenopathy

and adenitis. Pediatr Rev 2000; 21: 399.

- Rosai J, Dorfman RF. Sinus histiocytosis with massive

lymphadenopathy: A pseudolymphomatous benign

disorder. Analysis of 34 cases. Cancer 1972; 30: 1174.

- Sackman Muriel F. Criterio diagnóstico frente a un

niño con adenopatías. Rev Hosp Niños Ricardo

Gutiérrez 1976; 18: 41.

- Schaad UB, Votteler TP, McCracken GH, Nelson JD.

Management of atypical mycobacterial lymphadenitis

in childhood: a review based on 380 cases. J

Pediatr 1979; 95: 356.

- ScobieW.Acute suppurative adenitis in children. Scot

Med J 1969; 14: 352.

- Segal GH, Perkins SL, Kjeldsberg CR. Benign

lymphadenopathies in children and adolescents.

Semin Diagn Pathol 1995; 12: 288.

- Serour F, Gorenstein A, Somekh E. Needle aspiration

for suppurative cervical lymphadenitis. Clin Pediatr

(Phila) 2002; 41: 471.

- Shetty AK, Beaty MW, McGuirt WF Jr y col.

Kimura’s disease: a diagnostic challenge. Pediatrics

2002; 110: 39.

- Shetty AK, Gedalia A. Pediatric sarcoidosis. J Am

Acad Dermatol 2003; 48: 150.

- Stones DK, Havenga C. Sinus histiocytosis with

massive lymphadenopathy. Arch Dis Child 1992;

67: 521.

- Tamir D, Benderly A y col. Infectious mononucleosis

and Epstein-Barr virus in childhood. Pediatrics 1974;

53: 330.

- Twist CJ, Link MP. Assessment of lymphadenopathy

in children. Pediatr Clin North Am 2002; 49: 1009.

- Warnke RA, Kim H, Dorfman RF. Malignant

histiocytosis (histiocytic medullary reticulosis). IClinicopathologic

atudy of 29 cases. Cancer 1975; 35:

215.

- WeidmanB,WarmanE.Lymphnodes of the headand

neck. J Oral Med 1980; 35: 32.

- Weller T. The cytomagaloviruses: ubiquituous agents

with protean clinical manifestations. N Engl J Med

1971; 285: 267.

- Zuelzer WW, Kaplan J. The child with lymphadenopathy.

Sem Hematol 1975; 12: 323.

Varicela: Indicaciones actuales de tratamiento y prevención

Varicela: Indicaciones actuales de tratamiento y prevención

Rev Chil Infect 2004; 21 (Supl 1): S20-S23

LO ANTIGUO Y LO NUEVO EN ANTIFÚNGICOS Y ANTIVIRALES

Varicela: Indicaciones actuales de tratamiento y prevención

Varicella: review on its treatment and prophylaxis

 

KATIA ABARCA V.

Unidad de Infectología, Departamento de Pediatría. Hospital Clínico. Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile.

Correspondencia a:


Palabras claves: Varicela: tratamiento; profilaxis; aciclovir, vacuna.

Key words: Varicella; treatment; prophylaxis; acyclovir, vaccine.


 

Tratamiento

Medidas generales
Uso de antipiréticos: se recomienda el uso preferencial de acetaminofeno (paracetamol). Está contraindicado el uso de ácido acetilsalicílico por el riesgo de desencadenar un síndrome de Reye. Algunos estudios han mostrado cierta asociación del uso de anti-inflamatorios no esteroidales en varicela con enfermedad invasora causada por Streptococcus pyogenes; mientras no existan mayores antecedentes se recomienda evitarlos.

Higiene y prurito: parte de la terapia está dirigida a aliviar el prurito y mantener la higiene de piel para prevenir la sobreinfección bacteriana. En este sentido, están desaconsejados las cremas y polvos que cubran las lesiones. El baño, de ducha en la medida de lo posible, debe ser fomentado cuidando no romper las lesiones y secando con toalla limpia sin frotar. El baño calma además el prurito; pueden usarse medicamentos antihistamínicos según el caso. Debe evitarse el rascado de lesiones porque favorece la sobreinfección, mantener las uñas cortas y limpias.

Terapia antiviral específica
Aciclovir es el antiviral de uso más extendido en varicela. Como, análogo de nucléosido (similar a la guanosina), es incorporado por la ADN polimerasa a la cadena de ADN en síntesis durante la replicación del genoma viral, con lo que ocurre una detención de la replicación. Es activo contra la mayoría de los virus de la familia Herpesviridae, principalmente los virus herpes simplex tipos 1 y 2 y el virus varicela-zoster. Es administrado como una prodroga y debe fosforilarse tres veces para convertirse en un producto activo; la primera fosforilación la efectúa la timidina kinasa viral, posteriormente es doblemente fosforilado por kinasas propias del hospedero.

Aciclovir puede usarse por vía oral, endovenosa, tópica y ocular. Suele ser bien tolerado, con una baja frecuencia de efectos colaterales. Entre estos se han descrito molestias gastrointestinales, cefalea, exantema, flebitis por la administración endovenosa, e insuficiencia renal reversible descrita en pacientes deshidratados que reciben infusión intravenosa rápida del fármaco. Siempre debe infundirse aciclovir en al menos 1 hora.

Existen compuestos derivados de aciclovir: valaciclovir y famciclovir, cuyo espectro y mecanismo de acción son similares al fármaco original, pero con mejor biodisponibilidad, lo que permite el uso en menores dosis y mayor espaciamiento.

Indicaciones. Aciclovir está indicado en todos los sujetos con mayor riesgo de desarrollar varicela moderada a severa; estos grupos comprenden:

• Pacientes inmunocomprometidos. Deben ser tratados con aciclovir por vía parenteral, lo más precozmente posible, siendo máxima su eficacia si el tratamiento comienza antes de 24 a 48 horas de aparecer el exantema. Sin embargo, dado que en los inmunocomprometidos de la vertiente celular del sistema inmune la replicación viral es más prolongada, se recomienda iniciar aciclovir cualquier sea el grado de avance de la enfermedad. La dosis recomendada es: 10 mg /kg dosis cada 8 horas (30 mg/kg/día) o 500 mg/m2 de superficie corporal cada 8 horas (1.500 mg/m2 día), durante 7 a 10 días por vía intravenosa. En niños es posible cambiar a aciclovir oral después de dos días de evolución sin aparición de nuevas lesiones.

• Otros grupos de riesgo. Adolescentes y adultos; personas con enfermedades crónicas cutáneas o pulmonares; terapia prolongada con salicilatos; terapia corticoesteroidal breve, intermitente o en aerosol (los pacientes con terapia corticoesteroidal prolongada deben ser considerados inmunocomprometidos y tratados como tales); lactantes bajo un año de edad, hijos de madres seronegativas; contactos en el hogar (algunos expertos recomiendan tratamiento de los casos secundarios en un hogar, en quienes el cuadro suele ser más severo). Para una mayor eficacia el inicio de la terapia debe ser lo más precoz posible, idealmente dentro de las primeras 24 horas de exantema y como máximo hasta las 72 horas.

En estos pacientes se usa aciclovir por vía oral, la dosis en niños es: 20 mg/kg/dosis cada 6 horas (80 mg/kg/día) durante 5 días con un máximo de 3,2 g diarios. En adultos la dosis es: 800 mg cada 4 horas por 5 veces al día (4 g diarios) durante 5 a 7 días. Como alternativa en adultos se puede usar valaciclovir: 1 g cada 8 horas durante 5 días.

• Mujeres embarazadas. No existe acuerdo respecto a la terapia rutinaria de la varicela en mujeres gestantes, algunos expertos no recomiendan el uso de aciclovir dada la falta de información respecto a seguridad en el feto, otros recomiendan su uso rutinario, vía oral, especialmente en el segundo y tercer trimestre de gestación. Su uso está destinado a prevenir las complicaciones severas de la varicela cuyo riesgo está aumentado por dos factores: ser adulto y además estar embarazada. No se ha comprobado que el uso de aciclovir prevenga la transmisión de la infección al feto. Aciclovir es considerado un medicamento en categoría C por la FDA (v gr.: no se pueden descartar riesgos, pero el potencial beneficio puede justificar los posibles riesgos). Estudios en animales no han mostrado efectos teratogénicos, pero no existen estudios controlados en mujeres embarazadas que hayan establecido su seguridad. En caso de aparecer diseminación visceral de la varicela en la mujer embarazada (pulmonar u otra), está indicada la terapia endovenosa.

Tratamiento de varicela grave o complicaciones derivadas del virus
La varicela grave, diseminada, hemorrágica y la neumonía varicelatosa, a cualquier edad, deben ser tratadas con aciclovir por vía endovenosa, con similares dosis que las antes mencionadas.

Niños inmunocompetentes. La terapia con aciclovir no está indicada rutinariamente en niños inmunocompetentes, pues los beneficios obtenidos son marginales.

Tratamiento del herpes zoster
La eficacia de la terapia antiviral en reducir la neuralgia post herpética está especialmente demostrada en sujetos mayores de 50 años; en niños en cambio, no existen recomendaciones claras, pues en ellos la neuralgia es muchísimo menos severa que en adultos. Existen distintos esquemas de terapia antiviral para el herpes zoster:

Pacientes inmunocompetentes. Valaciclovir 1 g 3 veces al día durante 7 días. Reduce la neuralgia post herpética más rápidamente que aciclovir. Famciclovir 500 mg 3 veces al día durante 7 días (ajustar dosis en insuficiencia renal), con similar eficacia que aciclovir. Aciclovir 800 mg 5 veces al día durante 7 a 10 días. En personas sobre 50 años de edad y, en especial si existe alto número de lesiones, se recomienda asociar al tratamiento antiviral prednisona. Otros esquemas asocian antidepresivos, analgésicos locales o infiltraciones regionales, etc.

• Pacientes inmunocomprometidos. Herpes zoster no grave: aciclovir 800 mg 5 veces al día durante 7 días. En caso de progresión, cambio a terapia endovenosa. Valaciclovir y famciclovir no están aprobados para esta indicación.

- Herpes zoster grave (más de un dermatoma, compromiso del nervio trigémino, herpes zoster diseminado): aciclovir 10 mg/kg cada 8 horas endovenoso durante 7 a 14 días. Deben emplearse dosis menores en pacientes ancianos y en presencia de daño renal o nefrotoxicidad. En los raros casos de resistencia a aciclovir (descrito en algunos pacientes con SIDA), está indicado el uso de foscarnet.

Prevención universal de varicela (profilaxis pre-exposición)

Inmunización activa. La vacuna anti-varicela contiene virus vivo atenuado y ha sido producida a partir de la cepa Oka recuperada de un paciente que llevaba ese nombre. Se licenció en Japón en 1984 y en E.U.A. en 1995. La inmunogenicidad de esta vacuna es elevada, principalmente en niños entre 1 y 12 años, quienes presentan seroconversión en más de 95% luego de una dosis. Los jóvenes sobre 12 años y los adultos presentan tasas menores de seroconversión, por lo que requieren de dos dosis, espaciadas por 4 semanas entre sí. La eficacia global de la vacuna es de aproximadamente 85 a 90% y contra enfermedad moderada a grave, de 95 a 100%. Es una vacuna bien tolerada, con baja frecuencia de efectos adversos. Ocasionalmente puede producir rash; en forma muy esporádica se ha descrito transmisión del virus vacuna, pero los casos así adquiridos han sido muy atenuados. Alrededor de 10 a 15% de los niños vacunados contra varicela pueden presentar la enfermedad tras una exposición natural; sin embargo, esta enfermedad suele ser atenuada. Durante los últimos años se ha visto que la varicela en niños vacunados ocurre con mayor frecuencia si la inmunización artificial se efectuó antes de los 14 meses de vida, situación que se acrecienta con el transcurso de los años. Las fallas son mucho menos frecuentes en individuos que reciben dos dosis. Sin embargo, aún no existe una recomendación formal de administrar una segunda dosis en niños pequeños, criterio que podría modificarse en caso de acumularse mayor evidencia.

Contraindicaciones. Por ser una vacuna que contiene un virus vivo atenuado, está contraindicada en los sujetos inmunocomprometidos de la vertiente celular y en la mujer embarazada. Por el contrario, se puede administrar en sujetos con deficiencias de la inmunidad humoral, en infección por VIH asintomática y en niños con leucemia linfática aguda (siempre y cuando estén en remisión de su enfermedad de base durante al menos un año y que tengan un recuento de linfocitos > 700/mm3 y plaquetas > 100.000/mm3). Se recomienda no administrar salicilatos durante las 6 semanas siguientes a la vacunación, por el riesgo teórico de desarrollar un síndrome de Reye. Se recomienda postponer la vacunación en sujetos que están cursando con una enfermedad aguda febril, y en personas que han recibido inmunoglobulinas (lapsos recomendados similares a los indicados para vacuna anti sarampión, que dependen del preparado y de la vía de administración) o dosis altas de corticosteroides por más de 14 días (lapso recomendado desde la suspensión: 1 mes).

Prevención de varicela en contactos (profilaxis post-exposición)

Inmunoglobulina hiperinmune anti-varicela zoster (IGVZ). Este producto está indicado en individuos con alto riesgo de desarrollar una varicela grave (inmunocomprometidos, mujeres embarazadas, recién nacido cuya madre presenta varicela entre 5 días antes y 2 días después del parto, prematuros hospitalizados > 28 semanas hijos de madre sin historia de varicela, prematuros hospitalizados < 28 semanas o 1 kg de peso, independiente de la historia materna), y que hayan tenido una exposición significativa con una persona que está cursando varicela o en su período pre-eruptivo (hasta 3 días antes del exantema). Se considera exposición significativa dormir en la misma casa, mantener un contacto cercano mayor de 1 hora en espacios cerrados o compartir habitación en hospital. La dosis de IGVZ es 1 ampolla de 1,25 mL (125 U) cada 10 kg de peso, por vía intramuscular. La dosis máxima es 625 U ó 5 ampollas, la dosis mínima es de 125 U ó 1 ampolla. Se debe administrar con la mayor precocidad posible, dentro de los 4 días (96 horas) de producido el contacto. La duración de la protección que otorga la IGVZ se estima en alrededor de 3 semanas.

Los pacientes que reciben regularmente (cada mes) dosis altas de inmunoglobulina endovenosa no requieren de la administración de IGVZ, si han recibido la inmunoglobulina endovenosa dentro de los 3 semanas previas.

En Chile, la IGVZ se encuentra disponible en el Stock Crítico Crítico de Medicamentos en la Farmacia del Hospital de Urgencia Asistencia Pública ex Posta Central. Fono: 56-2-4633761.

Vacuna. La vacuna anti varicela está recomendada por la Academia Americana de Pediatría en el control de brotes, pues ha demostrado ser efectiva. Por falta de mayor información, aún no se ha incluido una recomendación explícita en otras situaciones de contacto. Diversos estudios en uso post-exposición en niños han mostrado que si la vacuna es administrada a individuos susceptibles dentro de los primeros 3 días y probablemente dentro de los primeros 5 días del contacto con el caso índice, puede prevenir o atenuar la enfermedad. Estos estudios han reportado una eficacia de alrededor de 67% a los 3 días del contacto y de 50% a los 5 días. Aún no existen suficientes estudios controlados respecto a este punto en adultos. No hay evidencia que la vacunación durante el período de incubación aumente el riesgo de eventos adversos.

Aciclovir profiláctico. El uso de aciclovir durante la segunda semana después del contacto en niños sanos, ha mostrado atenuación o prevención de la varicela, por lo que esta alternativa podría considerarse en ciertos casos. Esta información proviene de sólo dos estudios con un reducido número de sujetos, por tanto, el uso de aciclovir preventivo no es una recomendación oficial. La dosis empleada es la misma empleada con fines terapéuticos, por vía oral, durante 5 días. Algunos sujetos que con esta medida no presentan varicela clínica continúan siendo susceptibles (profilaxis de infección exitosa), mientras que otros seroconvierten (infección silenciosa).

Bibliografía

1.- Whitley R J. Varicella-Zoster Virus. In: Mandell G L, Bennett J E, Dolin R, eds. Mandell, Douglas and Bennett's Principles and Practice of Infectious Diseases. Fifth edition, 2000; New York: Churchill Livingstone, pp: 1580-5.

2.- Recommendations of the Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP). Prevention of varicella. Morbid Mortal Wkly Rep MMWR 1996; 45 (RR-12).

3.- American Academy of Pediatrics. Varicella-Zoster Infections. In: Peter G, ed. 2004 Red Book: Report of the Committee on Infectious Diseases. 24th edition, Elk GroveVillage, IL: American Academy of Pediatrics 2004; 510-20.

4.- Gershon A A, Takahashi M, Seward J. Varicella vaccine. In: Plotkin SA, Orenstein WA (eds) Vaccines. 4th edition 2004. Saunders, Philadelphia 783-823.

5.- Watson B, Seward J, Yang A, et al. Postexposure effectiveness of varicella vaccine. Pediatrics 2000; 105: 84-88.
        [ Medline ]

6.- Vacuna varicela en Chile 2000. Comité Consultivo de Inmunizaciones, Sociedad Chilena de Infectología. Rev Chil Infect 2001; 18: 225-9.


Correspondencia a:

Katia Abarca Villaseca
katia@med.puc.cl

 
 

© 2007  Sociedad Chilena de Infectología

Bernarda Morín 488 2º Piso,

Fono fax: 56-2 341 3539

Providencia, Santiago 9

Chile

MENINGOENCEFALITIS BACTERIANA POR Salmonellas

 REPORTE DE CINCO CASOS

 Revista Electrónica "Archivo Médico de Camagüey" 2001; 5(3) ISSN 1025-0255

Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología. Camagüey

Dra. Alexis Sanchén Casas*; Lic. Luisa D. Torres Frómeta **; Lic. Raquel D. Hernández Cisneros**; Dra. Ingrid Estévez Sierra***

* Especialista de II Grado en Microbiología CPHEM

** Licenciada en Biología CPHEM

*** Especialista de I Grado en Hematología

 

RESUMEN

El infrecuente aislamiento de Salmonellas como agente causal de meningoencefalitis bacteriana, nos ha llevado a presentar cinco casos: cuatro de ellos son niños en edades comprendidas entre dos meses y un año de vida, y una anciana de 68 años aquejada por leucemia linfoide crónica. Entre los infantes, uno presentó antecedentes de bronconeumonía y otitis, el segundo meningoencefalitis a H influenzae, el tercero mielomeningocele y el cuarto de atresia de vías biliares. Los síntomas de fiebre, cefaleas, vómitos, trastornos respiratorios, digestivos e irritabilidad estuvieron presentes en todos los pacientes. En dos niños y una anciana se aisló Salmonella B, en otro D y en el Cuarto Salmonella C2. De los cinco pacientes, fallecieron dos: un niño y la adulta, ambos con Salmonella B. La detección de esta enfermedad en tan breve período y la posible fuente de infección de esta bacteria no constatada en el trabajo es de interés clínico, epidemiológico y curativo.

DeCS: MENINGOENCEFALITIS; INFECCIONES POR Salmonella

 

INTRODUCCIÓN

La salmonelosis constituye un problema epidemiológico para la salud pública (1-3).

La meningitis por Salmonella produce manifestaciones clínicas digestivas, pero en ocasiones y sobre todo en lactantes es capaz de producir infecciones localizadas como la meningitis, que a pesar de su poca frecuencia, debe recordarse, dado que se acompaña de un alto índice de morbimortalidad, con mayor afectación en el primer año de vida. Generalmente la precede o acompaña la gastroenteritis y su curso clínico suele ser rápido (1).

En 1907, Ghon publicó el primer caso de meningoencefalitis por Samonellas, bacilo gramnegativo perteneciente a la familia de Enterobacteriaceae, que puede originar cuadros clínicos con pronósticos diferentes (1,5).

Este microorganismo genera desde diarrea hasta cuadros bacteriémicos que progresan hacia formas localizadas como meningoencefalitis, osteomielitis, abscesos hepáticos o pielonefritis. Entre los pacientes susceptibles a formas clínicas más graves figuran los inmunodeprimidos y los neonatos (1,3).

Aunque en nuestro país la infección por Salmonella es un fenómeno frecuente, son pocos los casos informados de meningoencefalitis causadas por dichos microorganismos, es por esto que presentamos cinco pacientes con meningoencefalitis por Salmonella, tres del serogrupo B, uno de C2 y otro del D ocurridos en la provincia de Camagüey durante los años 1997 y 1998.

MÉTODO

El estudio se llevó a cabo en la sección de respiratorio del centro provincial de higiene, epidemiología y microbiología de la ciudad de Camagüey durante el período comprendido entre julio de 1997 y octubre de 1998.

El universo estuvo constituido por cinco pacientes ingresados por meningoencefalitis bacteriana a Salmonellas en el hospital pediátrico provincial docente "Dr. Eduardo Agramonte Piña" y el último una anciana recluida en el hospital provincial "Amalia Simoni"por la misma causa.

Los estudios bacterianos de líquido cefalorraquídeo se efectuaron en los laboratorios de microbiología de los centros asistenciales mencionados. Las siembras se realizaron en los medios establecidos por la normas de microbiología vigentes en nuestro país (6,7).

Los aislamientos obtenidos se identificaron de acuerdo a sus características morfológicas, tintoriales, culturales, fisiológicas y serológicas con los diferentes serogrupos de Salmonellas aisladas en cada paciente.

Las cepas fueron remitidas y estudiadas en la sección de respiratorio del centro provincial de higiene, epidemiología y microbiología para su verificación y posterior envío al laboratorio de enterobacterias del Instituto "Pedro Kourí "de ciudad de La Habana.

 

PRESENTACION DE LOS CASOS

Caso 1

Paciente de dos meses de edad, sexo masculino, con antecedentes de ingreso anterior en el hospital de Florida por bronconeumonía y otitis media aguda, cuatro días antes de acudir al médico presenta fiebre irritabilidad, constipación y rechazo a los alimentos.

Al examen físico se constata fontanela abombada.

Examen citoquímico de Líquido Cefalorraquídeo (LCR):

Aspecto turbio. Conteo: 6 600 células x 1 000 000. Glucosa o Proteínas + 2,25 g/l. Pandy xxxx.

Se presumió MEB a H. Influenzae, se aplicó tratamiento normado y se remite al hospital pediátrico de camagüey, aquí lo ingresan como grave, le constatan edema cerebral deshidratación isotónica y hepatomegalia de + 2cm de reborde costal. Posteriormente aparecen deposiciones semilíquidas y semipastosas, se le aplica tratamiento con Rocephin.

Le realiza PL cuyo estudio bacteriológico presentó al examen directo bacilos gramnegativos y al cultivo creció Salmonella B, por lo que se asoció al tratamiento Quemicetina e Intacglobin.

A los 10 días de ingresado empezó a mejorar, la PL. arrojó LCR turbio con 76 células x mm cúbico. Pandy xxx y glucosa 3.8 mmol/e.

Coprocultivo: No crecimiento de enteropatógenos

A los 22 días de ingresado reapareció la fiebre de 38ºC, vómitos, llanto irritabilidad y más de 50 leucocitos por campo en heces fecales.

Se interpretó como recidiva de Salmonelosis y se aplicó tratamiento con Ciprofloxacina y Ampicillin. A los 42 días de ingresado comenzó a mejorar y se le dio alta a lo 53 días de recluido. con la PL negativa.

 

Caso 2

Paciente de cinco meses de edad, sexo femenino y antecedentes de haber sido ingresada 10 días antes por meningoencefalitis bacteriana a H. Influenzae, sepsis enterobacteriana por Shigella y sepsis urinaria. Fue llevada al cuerpo de guardia por fiebre, irritabilidad, constipación, síntomas respiratorios y toma del estado general, por lo que la ingresan con tratamiento a base de Rocephin, Cloranfenicol y Dexametasona.

Al examen físico se constata fontanela abombada fiebre de 38ºC, estertores subcrepitantes bibasales, hepatomegalia de + 2cm de reborde costal y lesiones Muguet en la boca.

Examen citoquímico de LCR:

Aspecto turbio. Pandy xxxx.Conteo: 610 células x 1 000 000 mm cúbicos.

(81% Polimorfonucleares) Glucosa o Proteínas + 2,25 g/l.

Examen bacteriológico:

Directo: Bacilos gramnegativos, Cultivo: Salmonella D, Hemocultivo: Salmonella D.

Rx. Tórax: Proceso inflamatorio en ambas bases pulmonares.

Ultrasonido abdominal : Hígado de aspecto inflamatorio (Hepatomegalia)

La paciente evolucionó satisfactoriamente a pesar de que durante su ingreso no hubo que administrar no solo los antimicrobianos normados, sino además Intacglobín, factor de transferencia y gammaglobulina humana.

Fue dada de alta a los 14 días de estadía mejorada.

Caso 3

Paciente de un año de edad del sexo femenino que nació con un mielomeningocele del cual fue operada, pero éste generó una hidrocefalia por lo que se le efectuó una derivación ventrículo peritoneal. Fue llevada al cuerpo de guardia por vómitos y fiebre de 39º C., somnolencia y pérdida del reflejo corneal, la ingresa reportada como grave.

Examen físico: Globos oculares hundidos, mucosa seca y retardo psicomotor , anisocoria.

En los días posteriores a su reclusión fue intervenida tres veces por disfunción valvular, después por absceso peritoneal, y por último oclusión intestinal.Fue acoplada a un Baby log y 48 horas después aparecieron deposiciones semilíquidas y distención abdominal .

La paciente tuvo evolución tórpida, con gran hipertensión endocraneana, fue politratada con múltiples antimicrobianos. Se le efectuaron varios abordajes venosos profundos y disecciones venosas y persistió el foco séptico en el extremo abdominal del catéter, por lo que la fiebre era mantenida además de las convulsiones, vómitos y alteración de la conciencia.

A los 44 días de ingresada se le realizó PL y en el examen directo de LCR se observaron bacilos gramnegativos, al cultivo se constató Salmonella C2.

Citoquímico: Aspecto turbio 190 células x mm cúbico, Pandy xxx, proteínas + 2,25g/l .

Glucosa: 3,1 mmol/l.Predominio de Polimorfonucleares: 93%.

A los tres meses de recluida reaparecieron las convulsiones, y los signos de inmunosupresión, a pesar de que los exámenes de LCR fueron negativos.

A los cuatro meses de ingresada fue dada de alta con tratamiento ambulatorio, seguimiento en consulta y pronóstico malo.

El egreso se consignó como posible hipertensión endocraneana secundaria a obstrucción del sistema derivativo y meningoencefalitis bacteriana a Salmonella C2.

A los pocos meses de su alta se conoció de su fallecimiento

Caso 4

Paciente de 10 meses de edad, del sexo femenino, con antecedentes de atresia de vías biliares por lo cual fue operada. Padecía además de cirrosis hepática secundaria, fue egresada del hospital por neumonía e infección urinaria, pero acude al cuerpo de guardia porque tres días antes comenzó a presentar fiebre de 38ºC, falta de aire, síntomas catarrales, irritabilidad, inapetencia y pérdida de peso, por lo que ingresa gravemente enferma.

Examen físico:

Tinte ictérico de piel y mucosas

Aparato respiratorio: Roncos y sibilantes diseminados en campos pulmonares

Aparato digestivo: Hepatoesplenomegalia.

En los días posteriores a su ingreso hasta su fallecimiento a los 8 días, presentó evolución tórpida con polipnea, somnolencia, deposiciones líquidas y fétidas, cianosis distal, bradicardias, hematemesis y melena.

Examen citoquímico de LCR:

Aspecto: turbio. Conteo 1 600 células x mm cúbico con predominio de polimorfonucleraes (96%) Pandy xxxx . Glucosa o Proteínas +2,25 g/l

Examen bacteriológico de LCR:

Directo: Bacilos gramnegativos. Cultivo: Salmonella B

Se le aplicó el tratamiento normado, se le efectuó además exaguinotransfusión y paracentesis porque las asas intestinales rechazaban el contenido pulmonar, pero falleció a las pocas horas.

Conclusiones de la necropsia:

Meningoencefalitis purulenta

Cirrosis biliar

Congestión, edema y hemorragia pulmonar

Caso 5

Paciente de 68 años de edad sexo femenino con antecedentes de leucemia linfoide crónica desde hace 5 años, por lo cual tenía tratamiento. Fue llevada al cuerpo de guardia por presentar desde hace dos días fiebre de 39ºC, escalofríos, náuseas, vómitos, anorexia y malestar general, por lo que fue ingresada con el diagnóstico presuntivo de meningoencefalitis bacteriana.

Llegó gravemente enferma a cuidados intensivos con crisis convulsivas de larga duración que mantuvo hasta su fallecimiento a las 24 horas de ingresada.

Examen físico:

Marcada palidez cutáneo mucosa

Aparato Respiratorio: Murmullo vesicular disminuido en ambos campos pulmonares, abundantes secreciones traqueobronquiales.

Cardiovascular: Taquicardia- Frecuencia cardíaca: 106 x min

Digestivo: Hepatomegalia de superficie lisa + cm del reborde costal

Nervioso: Rigidez nucal . Signos de kerning: Positivo

Exámenes complementarios:

Citoquímico de LCR

Líquido: turbio. Células: 2 000 x 1 000 000. Predominio Polimorfonucleares (96%). Glucosa:0 . Pandy xxx. Proteínas + 2,25g/l

Bacteriológico:

Directo: Bacilos gramnegativos

Cultivos: Salmonella B

Rx: Tórax: Bronconeumonía bilateral

Glicemia: 12,6 mol/l. Creatinina: 324 mmol/l

Hemoglobina: 7,6g/l

Conclusiones finales de la necropsia:

Meningoencefalitis: bacteriana

Bronconeumonía bilateral

Leucemia linfoide crónica

Edema cerebral severo

Miocariditis aguda supurada

 

DISCUSIÓN

La salmonelosis es un conjunto de enfermedades provocadas por gérmenes del genero Salmonella que comprende un amplio grupo de bacilos gramnegativos y que pertenecen a la familia Enterobacteriaceace, la cual puede ser patógena para el hombre y los animales o para ambos (1-3).

Se clasifican actualmente de la siguiente manera: según su especie, serotipo, huésped natural y enfermedades humanas (8).

Especie

Serotipo

Huésped natural

Enfermedades Humanas

Choleresuis

 

Animales

Septicemias, infecciones localizadas

Thyphi

 

Humanos

Fiebre tifoidea

E

Paratífica A

 

Fiebre tifoidea

N

Schohmulleri

Humanos

O

T

Paratífica B

 

Gastrointestinal

E

Pullorum

Animales

Ninguna

I

Dublin

Animales

Gastroenteritis, septicemias o infecciones localizadas

T

Typhimurium

 

Gastroenteritis

I

Derby

 

 

D

Enterítidis

Humanos y animales

 

I

Heidelberg y múltiples serotipos relacionados

 

 

S

 

 

 

Las Salmonellas pueden producir tres tipos de enfermedades: las fiebres intestinales, la gastroenteritis y la septicemia; en esta última, la invasión inmediata a la sangre sigue a la infección oral y generalmente no se constata infección intestinal (3). Esta variante séptica la presentaron nuestros pacientes, aunque los coprocultivos fueron negativos ya que no pudo aislarse el agente, debido a los tratamientos antimicrobianos que recibieron (1,3).

De todas formas, la meningitis es una manifestación infrecuente de la Salmonelosis (4,5,8).

Los serotipos que con mayor incidencia causan manifestaciones focales extraintestinales son S. typhimurium y S.choleraesuis (4). En el presente informe sólo se pudo llegar hasta el diagnóstico de serogrupo.

La meningitis por Salmonellas se observa más en niños que en adultos, lo cual pudimos comprobar en este trabajo (4).

Cokes y Bartlet, en un estudio realizado en 1987 concluyeron que el 95% de los afectados eran niños y el 5% adultos, y que del total el 74% eran menores de cuatro meses (4).

En 1981 se publicó, que del 20 al 40% de los infantes menores de un año que padecían Salmonelosis, desarollaban bacteremia y de éstos, solo del 3 al 4% presentaban meningitis (9).

La infección meningea es más frecuente y grave en lo niños menores de tres meses por factores predisponentes como traumatismo del parto, transmisión de la infección desde la madre, inmadurez del sistema inmune celular y humoral y de la barrera gastrointestinal, anemia de células falciformes, linfomas, leucosis y desnutrición (4,8,9). La tasa de mortalidad es superior al 98% y deja un saldo considerable de complicaciones y secuelas (4,8,10).

Si comparamos los datos obtenidos con lo descrito en la literatura consultada, llegamos a la conclusión de que dada la gravedad del cuadro clínico, el diagnóstico de ME por Salmonellas debe tenerse en cuenta en los neonatos y lactantes cuyo LCR presente este agente. La inmediata aplicación del tratamiento es fundamental, a causa de su mal pronóstico como observamos en los casos presentados donde una niña y una anciana fallecieron, además otra pequeña con Salmonella C2 y un mielomeningocele murió a largo plazo.

En la provincia no encontramos antecedentes de otros casos de meningoencefalitis por Salmonellas, excepto de Armas Abreu R. (Meningoencefalitis bacteriana. Correlación Clínica bacteriológica. Trabajo de Terminación de la Residencia para optar por el Título de Especialista de I Grado de Pediatría. Hospital Pediátrico Provincial Docente "Dr. Eduardo Agramonte Piña, Camagüey, Año 1981. Tutor: Dr. Mario Acosta Sóñora ) que informó el hallazgo de Salmonella B en cuatro niños de 0 a 3 meses y a dos de 4 a 11 meses de edad.

La literatura nacional cita el reporte de la Dra. Nidia Labarrere sobre Salmonella B en un niño de un mes, fallecido en el año 1987.

En el ámbito internacional, los trabajos de Vázquez y Cols (4) sobre Salmonella B en un neonato en España y el de Martínez y Cols (8) en Colombia acerca del hallazgo de Salmonella choleraeuis en un infante de tres meses de nacido, son las publicaciones más recientes que poseemos.

No encontramos casos reportados en adultos.

En lo que respecta a nosotros, la paciente de 68 años fallecida por Salmonella B tenía un factor predisponente fuerte: una leucemia linfoide crónica, que la llevó a la adquisición del agente posterior y su desenlace fatal.

No podemos concluir sin consignar que todas las Salmonellas patogénas (con la excepción de S.typhi) contienen plásmidas de gran virulencia.

Los factores de virulencia de éstos son fundamentales en la propagación del microorganismo desde el intestino delgado hacia los linfáticos misentéricos y bazo. Los plásmidos pueden, junto a los liposacáridos del germen ofrecer resistencia en el suero y suprimir la respuesta inmune al hospedero (1).

La aparición de cinco casos en tan breve período analizado, puede inducirnos a pensar en la necesidad de dar seguimiento a esta enfermedad por la posible existencia de una fuente de infección no detectada y que sería de interés epidemiológico para llegar a determinar la existencia o no de algunos de los serotipos en circulación en nuestra provincia o en otros lugares del país.

 

ABSTRACT

The unfrequent isolation of Salmonellas as causative agent of bacterial maningoencephalitis, has motivated us to present five cases four of them are children within the ages of 2 months to year and an old woman of 68 suffering of chronic lymphoid leukemia. Among infants, one had bbronchopneumoniaand otitis hystory, the second presented, meningoencephalitis to H. Influenzae, the third myelomeningocele and the fourth one athrepsy of biliary passages. Symptoms of fever, cephalea, vomits, respiratory and digestive disorders and irritability were present in all patients. In two childrens and elder woman Salmonella B was isolated, in another Salmonella D and in the fourth Salmonella C2. Two patients, out, died: a child and a woman, both with Salmonella B. The detection of this disease in a short period of time and the possible source of infection of this bacteria not found in our work, is of clinical, epidemiological and curative interest.

DeCS: MENINGOENCEPHALITIS; SALMONELLA INFECTIONS

 

Galanakis E, Bitsori M, Maraki S, Giannakopoulou C, Samonis G, Tselentis Y.

Department of Paediatrics, University of Crete, POB 2208, Heraklion 71003, Greece. egalanak@med.uoc.gr

OBJECTIVE: To investigate the extraintestinal manifestations of non-typhoidal Salmonellae (NTS) infection in immunocompetent infants and children. METHOD: The study took place at the University General Hospital at Heraklion, Crete. Over a 10-year period from 1993-2002 we studied 1087 patients, of whom 443 were children less than 14 years old, with a culture-proven diagnosis of NTS infection. Stool and blood cultures were routinely obtained in patients presenting with fever and diarrhea. The cases of invasive infection in otherwise well children, including bacteremia and/or extraintestinal focal infections were further analyzed. RESULTS: Invasive cases were less common in children than adults (4.06% vs. 8.7%; relative risk 0.467; 95% confidence intervals (CI) 0.279-0.784; p=0.0033). Furthermore, invasive cases were much less common in the otherwise well than in immunocompromised children (3.5% vs. 21.4%; relative risk 0.163; 95% CI 0.053-0.500; p=0.0008). The 15 otherwise well children with invasive NTS infection were aged from 3 weeks to 7.5 years, and nine were aged less than 12 months. Among them, 11 presented with bacteremia, and four with focal extraintestinal infections (rectal abscess, deep neck abscess, urinary tract infection, elbow arthritis). Salmonella enterica subsp. enterica serovars Enteritidis and Virchow were the most common invasive serotypes. All invasive strains were susceptible to beta-lactams including ampicillin, and to cotrimoxazole. All patients made a complete recovery with intravenous antibiotics and did not present with relapses or major infections during long-term follow-up. CONCLUSION: Invasive non-typhoidal salmonellosis in immunocompetent children is less frequent than in both immunocompromised children and in adulthood. However, invasive cases may well occur in otherwise healthy children, especially during infancy. In these patients, prompt appropriate treatment leads to favorable outcomes

BMC Infect Dis. 2007; 7: 65.

Published online 2007 June 27. doi: 10.1186/1471-2334-7-65.

Copyright © 2007 Wickham et al; licensee BioMed Central Ltd.

Oral infection of mice with Salmonella enterica serovar Typhimurium causes meningitis and infection of the brain

Mark E Wickham,1,4 Nat F Brown,1,5 John Provias,2 B Brett Finlay,1 and Brian K Coombes 3

1Michael Smith Laboratories, University of British Columbia, Vancouver, BC., Canada

2Department of Neuropathology, Hamilton Health Sciences Corporation, Hamilton, ON., Canada

3Department of Biochemistry and Biomedical Sciences, McMaster University, Hamilton, ON, Canada, and the Laboratory for Foodborne Zoonoses, Public Health Agency of Canada, Guelph, ON., Canada

4Phillips Ormonde Fitzpatrick, Level 21, 367 Collins Street, Melbourne 3000, Australia

5Institute for Glycomics, Griffith University-Gold Coast Campus, PMB 50, Gold Coast Mail Centre, Gold Coast, Queensland 9726, Australia

Corresponding author.

Mark E Wickham: m_wickham@mac.com ; Nat F Brown: natbrowni@hotmail.com ; John Provias: provijoh@hhsc.ca ; B Brett Finlay: bfinlay@interchange.ubc.ca ; Brian K Coombes: coombes@mcmaster.ca

Received January 4, 2007; Accepted June 27, 2007.

This is an Open Access article distributed under the terms of the Creative Commons Attribution License (http://www.pubmedcentral.nih.gov/redirect3.cgi?&&reftype=extlink&artid=1925087&iid=141955&jid=36&FROM=Article%7CFront%20Matter&TO=External%7CLink%7CURI&article-id=1925087&journal-id=36&rendering-type=normal&&http://creativecommons.org/licenses/by/2.0), which permits unrestricted use, distribution, and reproduction in any medium, provided the original work is properly cited.

 

Top 

" type="#_x0000_t75" o:button="t">Abstract 

Background 

Methods 

Results 

Discussion 

Conclusion 

Competing interests 

Authors' contributions 

Pre- publication history 

Supplementary Material 

References 

Abstract

Background

Salmonella meningitis is a rare and serious infection of the central nervous system following acute Salmonella enterica sepsis. For this pathogen, no appropriate model has been reported in which to examine infection kinetics and natural dissemination to the brain.

Methods

Five mouse lines including C57BL/6, Balb/c, 129S6-Slc11a1tm1Mcg, 129S1/SvImJ, B6.129-Inpp5dtm1Rkh were used in the murine typhoid model to examine the dissemination of systemic Salmonella enterica serovar Typhimurium following oral infection.

Results

We report data on spontaneous meningitis and brain infection following oral infection of mice with Salmonella enterica serovar Typhimurium.

Conclusion

This model may provide a system in which dissemination of bacteria through the central nervous system and the influence of host and bacterial genetics can be queried.

Top 

Abstract 

" type="#_x0000_t75" o:button="t">Background 

Methods 

Results 

Discussion 

Conclusion 

Competing interests 

Authors' contributions 

Pre- publication history 

Supplementary Material 

References 

Background

Salmonella species are Gram-negative, facultative intracellular bacteria that are distributed globally. Two recognized species of Salmonella include S. enterica and S. bongori, with S. enterica serovars Typhimurium, Typhi and Enteriditis causing the vast majority of human infections worldwide. Humans are infected with S. enterica though contaminated food and water and present with a range of acute symptoms including gastroenteritis, fever, and headache. Although systemic infections with S. Typhi are uncommon in developed countries, typhoid remains a significant public health problem in the developing world [1]. Infections with non-typhoidal strains of Salmonella are a global burden, with an estimated 1.4 million cases in the United States alone [2].

Salmonella meningitis is an uncommon complication of salmonellosis, occurring more frequently in neonates and infants [3,4], although adult cases are reported. While considered rare in the developed world, Salmonella is a common cause of enterobacterial meningitis in Africa, Brazil and Thailand [4,5]. Cases in adults of Salmonella infection report colonization of the cerebrospinal fluid, fatal brain abscesses caused by intracranial colonization of S. enterica serotype Typhimurium [6], adult Salmonella meningitis [7] and CSF pleocytosis [7]. Mortality rates are typically high, especially in infants where rates have been 60% [8]. Other major issues concerning Salmonella meningitis is a high treatment failure rate, high relapse rate and considerable neurological sequelae in those that survive, including mental retardation, cerebral palsy, and visual and hearing impairment [3,4,8-11]. The treatment of such complicated cases is made more difficult by the lack of a priori knowledge of the pathogen involved, restrictions in pediatric use of certain antibiotics, the sharp and continued rise in antimicrobial resistance and the proliferation of multi-drug resistant organisms in community settings. The 1970's to early 1990's witnessed the emergence of Salmonella isolates resistant to the front-line antimicrobial chloramphenicol, as well as cotrimoxazole, ampicillin and amoxicillin [12]. In more contemporary medicine, multi drug-resistant Salmonella such as S. Typhimurium strain DT104 is a constant reminder that new anti-infectives against novel targets are in demand. DT104 is commonly resistant to ampicillin, chloramphenicol, florfenicol, streptomycin, spectinomycin, sulfonamides and tetracycline [13] and infections with multi-drug resistant S. enterica isolates are associated with higher mortality rates than infection with susceptible strains [14]. This apparent link between drug resistance and virulence is not well understood but deserves considerable attention.

The mechanisms of how Salmonella gains access to the CNS and brain are not known. Outstanding questions include (i) how does Salmonella disseminate from the intestinal mucosa to the CNS? (ii) how do bacteria gain access to the brain? (iii) what cell types are utilized for transport to the brain and intracellular replication within this compartment? (iv) what role does host genetics and immune repertoire play in this process? Lack of an appropriate animal model has made it difficult to address these questions. An animal model in rabbits of experimental S. enterica serotype Enteriditis meningitis has been reported [15], although this model involved direct inoculation of the cerebral spinal fluid using an intracisternally placed needle. Currently there is a dearth of reports that describe the natural progression of salmonellosis from the intestinal mucosa, though the CNS and to the brain. Here we report that the widely used oral infection model of salmonellosis fulfills the criteria of natural dissemination though a susceptible host animal from the intestinal mucosa to the brain. This is accompanied by meningitis and a reproducible behavioral manifestation of intracranial infection that occurs in at least five genetically distinct mouse lines and that correlates significantly with the bacterial load in the brain. The development of animal models of bacterial meningitis and intracranial infections will permit a better understanding of the mechanisms of bacterial dissemination, the kinetics of natural disease progression, and the influence of host genetics on this process. Such models will also be necessary for testing investigational antimicrobials and vaccines for therapeutic value against bacterial meningitis.

Top 

Abstract 

Background 

" type="#_x0000_t75" o:button="t">Methods 

Results 

Discussion 

Conclusion 

Competing interests 

Authors' contributions 

Pre- publication history 

Supplementary Material 

References 

Methods

Bacteria and culture conditions

Salmonella enterica serovar Typhimurium strain SL1344 [16] was used throughout this study. Bacteria were routinely cultured in LB broth and on solid LB agar plates containing streptomycin at 50 μg ml-1. Prior to animal infections, bacteria were cultured overnight in LB broth, washed in a buffer containing 0.1 M HEPES (pH 8.0) and 0.9% sodium chloride, and resuspended in the same buffer to ~107 - 109 colony forming units (cfu) per ml.

Experimental animals

Experimental animals were female mice between 8 weeks to 12 weeks of age. Five different mouse strains were used in these experiments and include: C57BL/6 (Jackson Laboratories), Balb/c (Jackson Laboratories), 129S6-Slc11a1tm1Mcg (formerly 129/sv Ity/Nramp-/-) [17], 129S1/SvImJ (Jackson Laboratories), B6.129-Inpp5dtm1Rkh (formerly 129sv/SHIP-1-/- F1) [18]. Animals were obtained with full health reports, were deemed to be healthy and free of infection and were housed under specific pathogen free conditions.

Animal infections and tissue samples

All animal experiments were conducted as approved by the local Animal Ethics Board and pursuant to guidelines set out by the Canadian Council on Animal Care. Animal infections were carried out by inoculating mice per os using a gavage needle with approximately 106 to 108 wild type S. enterica serotype Typhimurium strain SL1344 in a 0.1 ml volume. Infected animals were examined twice daily for signs of terminal morbidity and animals that had become moribund or that exhibited a balance defect were euthanised by cervical dislocation. At necropsy the brain was removed, dissected into right and left hemispheres with one hemisphere processed for pathology and the other placed in 1 ml of sterile phosphate buffered saline. This latter sample was homogenized in a tissue homogenizer (Polytron, Kinematica) and the homogenate was diluted in sterile PBS and plated on solid LB agar containing streptomycin to enumerate S. Typhimurium cfu. Bacterial load was expressed as cfu/organ.

Pathology scoring

For pathologic scoring, brain tissues were fixed in 2% paraformaldehyde in routine fashion [19] and sectioned for histologic examination. Each brain was processed in one paraffin block and three sections were cut and stained with hematoxylin and eosin (H/E), Gram, and napthol esterase to identify mast cells. A neuropathologist examined all brain sections blindly. The degree of inflammation was scored on a 0 to 4+ scale, 0 representing no inflammation and 4+ representing involvement of the entire contour of the sub-arachnoid space of the section.

Top 

Abstract 

Background 

Methods 

" type="#_x0000_t75" o:button="t">Results 

Discussion 

Conclusion 

Competing interests 

Authors' contributions 

Pre- publication history 

Supplementary Material 

References 

Results

Observations on infected mice

Our studies on Salmonella enterica pathogenesis involve infection of the mouse in order to examine bacterial virulence factors that are essential during discrete stages of infection. During the acute phase of infection, mice develop overt signs of infection (hunched posture, reduced movement, loss of body weight, piloerection). During the course of these studies over several years, we became interested in a proportion of mice that developed a neurological abnormality with balance defect following infection. These mice exhibited an exaggerated lean to one side of the body and longitudinal spinning and rotary motion as the most prominent manifestation of infection. Rolling occurred in either direction (however only unidirectional movement was observed for any given mouse) ranging from intermittent rolling through to constant rolling (Figure 1, and Additional file 1). Neurological deficits were not unique to one particular strain of mouse, as we observed this behaviour in five distinct mouse lines including wild type C57BL/6, wild type BALB/c, 129S1/SvImJ, 129S6-Slc11a1tm1Mcg, and B6.129-Inpp5dtm1Rkh.

Figure 1

Rolling behavior of Salmonella infected mice. (A). Still frames of a C57BL/6 mouse infected with Salmonella enterica serovar Typhimurium (plus Additional file 1) which shows rolling behavior as a prominent feature of intracranial infection. Rotation speeds (more ...)

Examination of bacterial load in infected mice

The observed neurological deficits following infection lead us to speculate that an intracranial infection with Salmonella was taking place in affected mice. To examine the dissemination of S. Typhimurium in mice exhibiting rolling behavior, bacterial load was examined in both rolling and non-rolling infected mice. Brains of mice exhibiting neurological deficit had significantly higher bacterial loads (mean, 2.66 ± 0.66 × 106 cfu/organ) than infected mice without overt signs of neurological deficit (mean, 4.21 ± 1.72 × 103 cfu/organ) (P = 0.0002, Mann Whitney) (Figure 1). Whereas some non-rolling mice had no detectable cfu in the brain (approximately 10-20% of animals), this was never the case for infected mice that had developed neurological deficits.

Pathologic examination of mouse brains

The finding that a proportion of mice developed neurological deficits following oral infection with S. Typhimurium and that these mice had a significantly greater bacterial load in the brain compared to non-affected mice lead us to test whether mice developed meningitis following infection. Mouse brains that were processed for histopathology were randomized and coded and scored by a neuropathologist who was blinded to the treatment history and clinical outcome of the mouse. The principal clinical finding was the presence of patchy meningitis confined to the sub-arachnoid space in all mice with neurological deficit (see Table 1). The meningitis was composed of a mixture of acute and chronic inflammatory cells, chiefly neurophils and macrophages. In general the meningitis was consistent with a sub-acute time frame reflecting a process of a few days to one week in duration. The inflammation was non-necrotizing and no granulomas were present. The degree of inflammation was scored on a 0 to 4+ scale, 0 representing no inflammation and 4+ representing involvement of the entire contour of the sub-arachnoid space of the section (data summarized in Table 1). Some of the brains had thrombosed sub-arachnoid vessels in areas of meningitis, however none of the cases had any cerebral infarction or encephalitis. One of the cases with more intense meningitis also had a ventriculitis (Figure 2). There was no obvious correlation between development of meningitis and bacterial load in other systemic sites of infection including the liver and spleen. Bacterial load in these sites is typically variable in infected mice and ranged from ~1 × 104 to 5 × 106 cfu per organ (data not shown) regardless of the clinical diagnosis of the animal.

Table 1

Clinical Summary

Figure 2

Histopathology of infected brain sections. (A, B) Coronal sections of brain with sub-arachnoid meningeal inflammation (arrowheads). Macrophages are the predominant cellular infiltrate in these fields. Thrombosed sub-arachnoid vessels are marked with arrows. (more ...)

 

Top 

Abstract 

Background 

Methods 

Results 

" type="#_x0000_t75" o:button="t">Discussion 

Conclusion 

Competing interests 

Authors' contributions 

Pre- publication history 

Supplementary Material 

References 

Discussion

The occurrence of meningitis caused by serovars of Salmonella enterica is relatively rare in developed countries [20], but in countries such as Africa, Thailand, and Brazil [3,5], it is a common cause of Gram-negative bacterial meningitis in infants with high mortality rates being reported. A study of infant Salmonella meningitis in Kuala Lumpur reported an 18% fatality rate with surviving infants experiencing considerable long-term neurological dysfunction (57%) and high relapse rates (38%) [3]. Although Salmonella meningitis is a rare complication of adult salmonellosis, the increased incidence of Salmonella bacteremia in HIV-infected patients [21,22], may expose such individuals to increased risk for more disseminated and protracted infections. Importantly, alarming increases in multi-drug resistance Salmonella enterica may be a harbinger for more virulent strains of Salmonella with increased invasive potential.

The ability of S. Typhimurium to infect the mouse brain was related to functional virulence loci including the type III secretion systems encoded in chromosomal genomic islands. In our studies over several years, infection of C57BL/6 mice with S. Typhimurium containing mutations in either of these secretion systems was never found to produce neurological deficits (over 1000 animals, data not shown) and mutant bacteria could not be recovered from the brains of representative infected mice (10 animals, data not shown). Neurological deficits were not unique to one particular strain of mouse, as we observed this behavior in five different mouse lines including wild type C57BL/6, wild type BALB/c, 129S1/SvImJ, 129S6-Slc11a1tm1Mcg, and B6.129-Inpp5dtm1Rkh. Much work has investigated the genetic factors in mice involved in resistance to S. Typhimurium infection [23]. These efforts have revealed a critical role for the Slc11a1 gene (formally Nramp1) in early innate resistance to Salmonella infection [17]. We note that 4 out of the 5 mouse strains used in our work carry a non-functional mutant allele of Slc11a1 (C57BL/6, BALB/c, 129S6-Slc11a1tm1Mcg, and B6.129-Inpp5dtm1Rkh). While we did observe neurological deficits in a mouse line that normally resists lethal infection due to a wild type Slc11a1 allele (129S1/SvImJ), our current sample size does not permit detailed conclusions to be drawn regarding the impact of Slc11a1 status on meningitis development. Thus, it is possible that both bacterial and host genetic factors are involved in infection of the brain and the development of meningitis. Further work using larger sample sizes and controls could address these issues. We cannot exclude hemiparesis in mice with neurological deficits and the potential involvement in this behaviour of the vestibular system will require additional investigation.

The ability of Salmonella to disseminate naturally to the brain in several mouse lines allows the use of the vast array of transgenic and knockout mouse strains to address the host genetic factors influencing CNS dissemination including the mode of bacterial transport from intestinal sites to systemic sites of infection, the role of various immune cells in the trafficking of intracellular salmonellae to the CNS and brain, and the role of various immune cell migration factors in this process. We suggest that the mouse model of Salmonella typhoid could represent a useful tool in which to investigate basic mechanisms of CNS infiltration and brain infection following oral ingestion of Salmonella. This model could also be exploited to examine the efficacy of investigational medicines (vaccines, anti-infectives) to treat invasive and protracted Salmonella infections. Importantly, this model fills a gap in the literature to address meningitis caused by naturally disseminating salmonellae.

Top 

Abstract 

Background 

Methods 

Results 

Discussion 

" type="#_x0000_t75" o:button="t">Conclusion 

Competing interests 

Authors' contributions 

Pre- publication history 

Supplementary Material 

References 

Conclusion

Oral infection of mice with Salmonella enterica serovar Typhimurium might represent a useful model in which to study the dissemination of a pathogen from the natural route of infection to the brain. Infection of the brain is followed by meningitis and a neurological deficit in a proportion of infected animals. Because more virulent strains of Salmonella are commonly associated with antibiotic resistance, the continued global epidemic spread of multi-drug resistant Salmonella isolates in human and animal medicine (such as S. Typhimurium DT104) presents a serious public health issue. Drug resistance in such isolates challenges our ability to treat life-threatening cases of salmonellosis, especially in infants and children. Oral infection of mice with S. Typhimurium is an accessible model in which to study the host and bacterial determinants that lead to dissemination and progression of infection from the gastrointestinal tract to the brain. We propose that this model has utility for testing new antibacterial chemotherapies to treat complicated, life-threatening Salmonella infections.

Top 

Competing interests

The author(s) declare that they have no competing interests.

Top 

Authors' contributions

MEW, JP, and BKC designed research, MEW, NFB, JP, and BKC performed research, MEW, JP, and BKC analyzed data, MEW, NFB, JP, BBF, and BKC wrote the paper. All authors read and approved the final manuscript.

Top 

Pre-publication history

The pre-publication history for this paper can be accessed here:

http://www.pubmedcentral.nih.gov/redirect3.cgi?&&reftype=extlink&artid=1925087&iid=141955&jid=36&FROM=Article%7CBody&TO=External%7CLink%7CURI&article-id=1925087&journal-id=36&rendering-type=normal&&http://www.biomedcentral.com/1471-2334/7/65/prepub

Top 

Supplementary Material

Additional File 1

Supplementary video 1. Movie showing rolling behavior of a C57BL/6 mouse infected with Salmonella enterica serovar Typhimurium at day 9 post-infection.

Click here for file (2.5M)

 

Acknowledgements

The authors wish to thank Jennifer Bishop, Guntram Grassl, Bryan Coburn and Yanet Valdez for contributing mice to this study. MEW was a CIHR and MSFHR postdoctoral fellow and NFB was a postdoctoral fellow of the MSFHR. This work was supported by grants to BBF from the Canadian Institutes of Health Research (CIHR) and to BKC from the Public Health Agency of Canada and the CIHR.

Top 

Abstract 

Background 

Methods 

Results 

Discussion 

Conclusion 

Competing interests 

Authors' contributions 

Pre- publication history 

Supplementary Material 

" type="#_x0000_t75" o:button="t">References 

References

  • 1. Huang DB, DuPont HL. Problem pathogens: extra-intestinal complications of Salmonella enterica serotype Typhi infection. Lancet Infect Dis. 2005;5:341-348. doi: 10.1016/S1473-3099(05)70138-9. [PubMed]
  • 2. Voetsch AC, Van Gilder TJ, Angulo FJ, Farley MM, Shallow S, Marcus R, Cieslak PR, Deneen VC, Tauxe RV. FoodNet estimate of the burden of illness caused by nontyphoidal Salmonella infections in the United States. Clin Infect Dis. 2004;38 Suppl 3:S127-34. doi: 10.1086/381578. [PubMed]
  • 3. Lee WS, Puthucheary SD, Omar A. Salmonella meningitis and its complications in infants. J Paediatr Child Health. 1999;35:379-382. doi: 10.1046/j.1440-1754.1999.00387.x. [PubMed]
  • 4. Chotpitayasunondh T. Bacterial meningitis in children: etiology and clinical features, an 11-year review of 618 cases. The Southeast Asian journal of tropical medicine and public health. 1994;25:107-115. [PubMed]
  • 5. Bryan JP, de Silva HR, Tavares A, Rocha H, Scheld WM. Etiology and mortality of bacterial meningitis in northeastern Brazil. Reviews of infectious diseases. 1990;12:128-135. [PubMed]
  • 6. Chadwick D, Mitra T, Sitoh Y. Salmonella typhimurium brain abscess. The Lancet. 2004;363:947. doi: 10.1016/S0140-6736(04)15789-9.
  • 7. Karim M, Islam N. Salmonella meningitis: report of three cases in adults and literature review. Infection. 2002;30:104-108. doi: 10.1007/s15010-002-2071-8. [PubMed]
  • 8. Drevets DA, Leenen PJ, Greenfield RA. Invasion of the central nervous system by intracellular bacteria. Clin Microbiol Rev. 2004;17:323-347. doi: 10.1128/CMR.17.2.323-347.2004. [PubMed]
  • 9. Appelbaum PC, Scragg J. Salmonella meningitis in infants. Lancet. 1977;1:1052-1053. doi: 10.1016/S0140-6736(77)91280-6. [PubMed]
  • 10. Denis F, Badiane S, Chiron JP, Sow A, Mar ID. Salmonella meningitis in infants. Lancet. 1977;1:910. doi: 10.1016/S0140-6736(77)91241-7. [PubMed]
  • 11. Kavaliotis J, Tsiaousi A, Papavasiliou D, Kansouzidou A. Non-typhoid Salmonella meningitis. Scand J Infect Dis. 1994;26:403-405. [PubMed]
  • 12. Bhan MK, Bahl R, Bhatnagar S. Typhoid and paratyphoid fever. Lancet. 2005;366:749-762. doi: 10.1016/S0140-6736(05)67181-4. [PubMed]
  • 13. Helms M, Ethelberg S, Molbak K. International Salmonella Typhimurium DT104 infections, 1992-2001. Emerg Infect Dis. 2005;11:859-867. [PubMed]
  • 14. Helms M, Vastrup P, Gerner-Smidt P, Molbak K. Excess mortality associated with antimicrobial drug-resistant Salmonella typhimurium. Emerg Infect Dis. 2002;8:490-495. [PubMed]
  • 15. Bryan JP, Scheld WM. Therapy of experimental meningitis due to Salmonella enteritidis. Antimicrobial agents and chemotherapy. 1992;36:949-954. [PubMed]
  • 16. Wray C, Sojka WJ. Experimental Salmonella typhimurium infection in calves. Res Vet Sci. 1978;25:139-143. [PubMed]
  • 17. Vidal S, Tremblay ML, Govoni G, Gauthier S, Sebastiani G, Malo D, Skamene E, Olivier M, Jothy S, Gros P. The Ity/Lsh/Bcg locus: natural resistance to infection with intracellular parasites is abrogated by disruption of the Nramp1 gene. J Exp Med. 1995;182:655-666. doi: 10.1084/jem.182.3.655. [PubMed]
  • 18. Helgason CD, Damen JE, Rosten P, Grewal R, Sorensen P, Chappel SM, Borowski A, Jirik F, Krystal G, Humphries RK. Targeted disruption of SHIP leads to hemopoietic perturbations, lung pathology, and a shortened life span. Genes Dev. 1998;12:1610-1620. [PubMed]
  • 19. Coombes BK, Coburn BA, Potter AA, Gomis S, Mirakhur K, Li Y, Finlay BB. Analysis of the contribution of Salmonella pathogenicity islands 1 and 2 to enteric disease progression using a novel bovine ileal loop model and a murine model of infectious enterocolitis. Infect Immun. 2005;73:7161-7169. doi: 10.1128/IAI.73.11.7161-7169.2005. [PubMed]
  • 20. Schuchat A, Robinson K, Wenger JD, Harrison LH, Farley M, Reingold AL, Lefkowitz L, Perkins BA. Bacterial meningitis in the United States in 1995. Active Surveillance Team. N Engl J Med. 1997;337:970-976. doi: 10.1056/NEJM199710023371404. [PubMed]
  • 21. Leonard MK, Murrow JR, Jurado R, Gaynes R. Salmonella meningitis in adults infected with HIV: case report and review of the literature. Am J Med Sci. 2002;323:266-268. doi: 10.1097/00000441-200205000-00007. [PubMed]
  • 22. Celum CL, Chaisson RE, Rutherford GW, Barnhart JL, Echenberg DF. Incidence of salmonellosis in patients with AIDS. J Infect Dis. 1987;156:998-1002. [PubMed]
  • 23. Roy MF, Malo D. Genetic regulation of host responses to Salmonella infection in mice. Genes Immun. 2002;3:381-393. doi: 10.1038/sj.gene.6363924. [PubMed